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Ya no quiero seguir existiendo, la batalla ha matado mis energías y mi esperanza, ya no puedo mas, me rindo ante la vida y ante aquel que ca...


Ya no quiero seguir existiendo, la batalla ha matado mis energías y mi esperanza, ya no puedo mas, me rindo ante la vida y ante aquel que calla, sus mudos labios no han contestado mis plegarias y mi soledad cada ves es mas pesada.

Quilalí es tan vacío, a las diez de la noche todas las personas se encierran en sus habitaciones, cual agorafobicos temen a salir ante la oscuridad nocturna, nadie sabe, sospecha o intuye que deambulo en sus calles cual espanto nocturno o ángel caído. La rotonda frente al puente del Río Jicaro es mi refugio a mis locuras noctambulas.

Ahí en la soledad absoluta, veo el correr del tiempo frente a mis ojos, y el cadáver de mis sueños llevado en procesión hasta el sepulcro del olvido.

- Ya hace mucho que no apareces, me has abandonado a la suerte y a las manos de Lilith quien altera mi cordura y me hace desear la muerte.

Las calles vacías se cubrían de la negra brea de la noche, la oscuridad es apremiante frente a la necesidad de ocultar mis lagrimas, mi rostro desfigurado en una mueca patética y mis manos temblando ante el temor del mas allá.

- ¿Porqué me encomendaste esta misión que me obliga a olvidar mi propio ser? Ya no puedo ante los demonios que me circunda, quieren mi sangre y la han conseguido, quieren mi martirio y ya solo espero el toque de muerte, el jaque mate final.

Un viento frío descendió de las montañas de Quilalí, un silbido terrorífico que susurra a mi oído con un escalofrío el "quod sit ultimum" que he pedido y que ahora temo "veniat mors"

Un espectro avanza con lentitud, sus vestiduras oscuras y su rostro oculto tras un cabello negro, me pongo en pie ante esa figura amenazante, pienso en huir, mas mis pies no reaccionan.

veniat mors escucho nuevamente. Viene la muerte

Dos pasos atrás, no consigo huir, su mano gélida aprieta mi cuello con fuerzas, siento perder mis energías y ceder mi espíritu.

- singulare certamen - dijo elevando mi rostro a su cara - Pelea.

Mi cuerpo se entumecía ante la presión que me impedía respirar, sus ojos luminosos, cual brazas encendidas me observaban desfallecer

- SINGULARE CERTAMEN - gritó con fuerzas, su respiración parecía a la de un toro enfurecido.

Ahí frente al espectro de dos metros de altura que amenazaba con robar mi vida, mis pensamientos se debatían entre ceder mi espíritu muriendo en las manos de aquel desconocido o en luchar por mi vida.

Decidí arriesgarme si de todas formas moriría al menos que sea heroicamente.

Levanté mis manos a la altura de su rostro, mis dedos pulgares los enterré en los ojos incandecentes presionando con todas las fuerzas que cabían en mi pecho, comenzó a gritar de dolor, soltando mi cuello permitiendo mi respiración, caí fuertemente al adoquinado de la calle. El dolor fue insoportable.

Se lanzó sobre mí nuevamente, la adrenalina comenzó a fluir por todo mi ser, tomé sus manos y les sujeté fuerte, ahora que lo recuerdo no logro comprender de dónde saqué aquellas fuerzas.

Golpe tras golpe y la contienda persistía, estaba decidido a quitarme la vida y yo decidido a morir luchando, mi cuerpo cada ves mas lastimado pero las fuerzas se renovaban a cada golpe recibido.
No logro recordar cuantas veces mi rostro fue restregado en las piedras de la calle.

Al fin me sujetó fuertemente, presionando mi pecho, grité de dolor y, sin saber cómo, golpeé con fuerzas su entre pierna con mi rodilla.

Cayó al suelo retorciéndose del dolor.

Tomé una piedra cercana, la levante con intención de lanzarla cuando.

- Lucho, has vencido.

Su voz, no puede ser, es él.

Se puso en pie, despejando su rostro ante mí, esa visión fue celestial, era él, toda la noche fue él.

- Ya no temas mi hijo, has luchado contra mí y has vencido, ahora dime, frente a qué te podrás doblegar.

Quise arrodillarme y llorar a sus pies, quise abrazarle y pedirle que no me deje de nuevo, quise decirle que si él no soy nada, sin embargo mi cuerpo no reaccionaba.

- Hoy es el día en que te he restaurado luchito, hoy es el día en que te preparo, crees que lo que has vivido es duro, la batalla a penas empieza. Ve en paz, y lucha con todas tus fuerzas. Ganaras la guerra que se ha tramado en tu contra y recuerdalo yo mismo lucharé a tu lado.

y con esas palabras desapareció de mi vista mientras a lo lejos, detrás de las montañas de Quilalí el sol de nuevo aparecía.

 - Ya no puedo mas, no quiero vivir mas de esta manera, quiero arrancarme esta mancha de pecado, renovarme nacer de nuevo, arrancar mi coraz...

 - Ya no puedo mas, no quiero vivir mas de esta manera, quiero arrancarme esta mancha de pecado, renovarme nacer de nuevo, arrancar mi corazón y conseguirme uno nuevo, ya que, cuando quiero resistirme el mal que habita en mí es más poderoso y me vence, cuando quiero luchar mi carne se embriaga de los placeres del mal.

La capilla permanecía en silencio, estaba solo yo y la suciedad que Lilith dejó en mi corazón la suciedad que acepté voluntariamente y que tomé hasta saciarme de inmundicia.
La dura sentencia del silencio me avergonzaba, me laceraba completamente, no saberme capaz de lastima.

Unos pasos.

Yo seguía de rodillas en oración, el olor a incienso tan agradable me invitaba a orar, a seguir en mi clamor, mis manos apretadas en un puño en mi frente, mis lágrimas bajando  mojando con su dolor todo mi rostro y mi corazón, contrito, hum
illado sin mas que su dolor profundo.

- Te he profanado - insistía mi oración - he profanado tu templo con mis manos sucias, he profanado tu palabra con mis labios maculados, y tu nombre con mi actuar.

Los pasos se acercaban hasta sentarse al lado mio, no me moví, insistía en seguir de rodillas suplicando perdón suplicando habitar de nuevo bajo su presencia.

Una mano se posó en mi hombro, no lo entendí, su tocar e pareció familiar, conocido.

- Hola - la voz de un anciano, por un momento me molesté, quería seguir de rodillas orando pero la voz insistió - Hola hermano Luis.

Me incorporé y rápidamente limpié mis ojos, respiré profundamente tratando de dibujar en mi rostro una sonrisa forzada.

- Hola herano Luis, disculpe que le interrumpa. - decía aquel anciano ahora sentado a mi lado. - me gustó su predica de hoy, sobre lo que hace llorar a Jesús - decía, en mis adentros la vergüenza aumentó, si este hermano supiera que es un demonio el que ha habitado mi carne durante estos últimos meses no estaría tan feliz de verme.

Es natural, cuando caes no hay aplausos, no hay elogios, solo miradas acusadoras y dedos señalando sin saber que es en esos precisos momentos en que mas necesitamos sus oraciones y apoyo.

Quise decirle que yo no era lo que el creía, quise decirle que soy un vil pecador que no ha podido luchar con sus tentaciones, quise hecharme a llorar al reflexionar sobre la manera en que esa confesión arrancaría el brillo de aquellos ancianos ojos.

- Sabe, le quiero contar la historia de un naufrago - me dijo yo no mencioné palabra, mi garganta seguía afónica después de mi llanto, solo hice un ademán pidiéndole que continuara.

- Cuando te toca navegar a la deriva, en completa soledad, sin agua ni proviciones, la carne empieza a clamar. Tu cuerpo puede resistir el hambre, pero oh! el agua si es un problema. Tienes sed, una sed que interrumpe tu pensar y obstruye tu sano juicio, ¿y sabe cuál es el peor problema de todo hermano Luis?

- Siga - atine a decir, no sabía exactamente hacia donde me quería llevar con esa narración pero e empezó a interesar.

- Que en un naufragio en el mar el agua es lo que abunda, usted quisiera beber toda esa agua, pero no debe hacerlo, el agua salada no es de consumo humano. Si la logra beber lo que sucede con su cuerpo es mas escalofriante, le da mas sed, y empieza a tomar mas, y cada ves quieres mas de esa agua venenosa y nunca te sacias, cada sorbo clama por el próximo hasta que mueres sediento completamente.

- ¿Pero qué hay que hacer ante esa necesidad de beber? - pregunté

- Nada, solo debes de resistir esa tentación que te rodea y clamar a Dios por que llueva y puedas beber un poco de agua pura, mas no intentar beber esa agua salada por muy abundante que sea.

- ¿Y si no llueve?

- No pierdes nada, sabe, eso mismo sucede con las tentaciones de la carne, cuando le pruebas mas le quieres pero nunca te sacia de verdad, como agua salada solo aumenta el deseo con cada ves que lo haces, hasta causarte la muerte, mueres sediento y sin haber experimentado la plenitud de la felicidad, por ello debemos de abstenernos de tomar aunque parezca tan fácil.

- ¿Qué se puede hacer cuando ya se ha probado?

- Clama, clama luchito y yo te responderé, te daré las fuerzas para salir del fondo del abismo al que has caído y renovaras tus energías como las águilas. Te prometo que lloverá para ti agua abundante de gracia y plenitud, pero clama como lo has estado haciendo.

Me abrazó y se puso de pie, empezó a caminar en dirección a la salida del templo, quise detenerle,, quise darle gracias, mas no lo conseguí, sabia que ya estaba empezando a llover de nuevo y quería saborear la gracia que descendía.



- Oh Lilith cuanto le extraño - la lluvia caía sobre mi piel desnuda y vacía de todo entusiasmo, la gente pasaba apresurada, escapándose de ...

- Oh Lilith cuanto le extraño - la lluvia caía sobre mi piel desnuda y vacía de todo entusiasmo, la gente pasaba apresurada, escapándose de las gotas de agua frias de la lluvias de invierno, eran como ágiles antílopes corriendo sin percatarse que este joven pastor hablaba a la nada, hablaba a una mujer que le sigue en las sombras de la soledad.
Ahí sentado con ella, bajo un árbol que ha sobrevivido a la modernidad convirtiéndose en una pequeña rotonda en el pueblo de Quilalí, un aro de cemento que lo bordea me servía de asiento mientras ella me abrazaba intentandome dar calor, imposible, era como pedirle al hielo que encienda una fogata.

- Lo sé lucho, lo sé - me susurraba como lo haría una madre ante su pequeño asustado - sé que lo extrañas - repetía su melódica voz

- Sabes - le dije sin cambiar de posición, abrazado a mí mismo mientras ella me envolvía en sus brazos - siempre te he temido, pero ahora entiendo que eres parte de mí, parte de lo que siempre he negado, de aquella condición que me hace humano, sin ti sería menos que un cyborg, un autómata que solo obedece las ordenes para las que ha sido programado.

- Jejeje, hablas de Cristianeitor, la obra que presentaron los jóvenes de la iglesia - me dijo ella sonriendo.

- Sí, de eso hablo, aun debo de comprender muchas cosas de los demás, aun debo comprender la raiz del mayor pecado de la humanidad.

Ella no contestó, esperaba que continuara presentando mi tesis, como una maestra haría al saber que su pupilo esta a punto de alcanzar la iluminación.

- El querer ser superior a los demás 

Repentinamente se acercó un hombre, completamente borracho, sus ropas gastadas, su fas sin rasurar, de sus ropas se desprendía un cóctel de lodo y sudor mezclado por el agua lluvia que le recorría. Con esfuerzo sobrenatural intentaba mantenerse en pie frente a mí mientras estiraba su mano, pidiendo dinero, pidiendo algo.

- Le conoces - me dijo ella haciendo referencia al recién llegado.

- La verdad no, no se quién es - le dije intentando que aquel hombre no importunara la conversación que tenía, podría saberme loco al ser cuestionado por un alcohólico que me ve hablando solo.

- Hermano, me gusta como predica, me podría regalar un pesito - me dijo con aquel aliento que logró quemar mis pupilas.

Nunca me ha gustado regalar mi dinero a un borracho, seguramente será usado para seguir tomando, en lugar de ayudarle le estaré perjudicando, además, esta en edad laboral, puede trabajar.

- Lo siento hermano, no traigo dinero conmigo - le contesté enfadado

- No sabía que usted mentía - me dijo sonriendo, dando la vuelta en dirección al puente que quedaba tras de mí, en pocos segundos se fundió en la oscuridad.

- Yo tampoco sabía que mentías luchito - me dijo ella con su tono pícaro

- Lilith, sabes que no me gusta darle dinero a esa gente

- mmjum - dijo irónicamente - a "esa gente" 

La lluvia cesó por un instante y ella me soltó de su abrazo frío pero acogedor y poniéndose en pie frente a mí dijo

- Pero Luchito, sigamos con el tema, me hablabas del mayor pecado verdad - su sonrisa me delataba, me inquiría, me cuestionaba

- Sé lo que quieres decirme con esa mirada, no Lilith, yo no me sentí superior a ese hombre

- Mas no le ayudaste

- Pero tampoco le perjudiqué

- De eso no se trata, piensa esto Yiyo, ¿Ese hombre se fue mas lleno de Dios después de verte o mas vacío?

- No lo sé

- Entonces ¿qué sentido tiene tu existencia? 

Me sorprendió nuevamente, a veces dudo que Lilith conozca bien su trabajo, no sé si actúa en contra de él o para él... o será parte de su trampa...

- Yiyo, entiende esto, mientras hagas juicio ante los demás, mientras te sientas superior a otros, por ser el predicador, por ser el mas inteligente, el mas guapo - dijo guiñándome un ojo - por ser quien no ha caido en situaciones de pecado, siempre que te sientes en ese trono de santidad, en ese trono limitado a Dios, separado para él estas cometiendo el mayor de todos los pecados, estas contribuyendo a que los demás se alejen de tu Dios a causa de tu egolatría luciferiana.

Trague grueso, era un sermón duro, yo sentarme en el trono que una ves quiso usurpar lucifer, no tengo palabras para semejante insinuación

- Sabes, si él estuviera aquí no estaría tan confundido.

- Jejejeje - empezó a reír - Lucho, él estuvo aquí, me sorprendió que no lo conociste, sencillamente te pidió dinero pero lo que quería era probar tu corazón.

Y así se alejó sobre la noche en dirección a aquel puente, la lluvia cayó nuevamente y el frío me recorrió por completo.

-        Ninguno, absolutamente ninguno, solo yo he quedado, ¿qué sucedió? Él callaba, bajó su rostro observando el pasto verde de aque...

-       Ninguno, absolutamente ninguno, solo yo he quedado, ¿qué sucedió?

Él callaba, bajó su rostro observando el pasto verde de aquel cuadro de béisbol húmedo por el rocío de la mañana, el cantar de las aves eran una canción de alabanzas para el creador que él contemplaba sin decir nada, en su silencio personal, en su estar conmigo y con el universo a la vez, en esa instante en que me oía sin decir palabras, sin mencionar nada, sin asentir, sin verme.

Un viento fresco hizo que sus crespos cabellos se movieran en un danzar suave sobre su rostro, sus ojos cafés contemplando el suelo y ahí sentado en el verdor del campo, sencillamente existía al lado mío.

-       Sabes cuántos pasamos retiro esos tres días, éramos 80 jóvenes, 80 personas que soñaban con cambiar sus vidas y de paso el mundo, ahora he quedado solo yo. Los demás asesinaron su corazón y sus anhelos fueron quemados en la hoguera del olvido.

-       Lucho, trotemos – me dijo estirando su mano hacia mí en ademan que le ayudara a levantarse, lo hice, tomé su mano y se incorporó al lado mío.

Él es extraño a veces, cuando se decide a no contestarme no lo hace, se queda en silencio o como en este caso, cambia de tema o actividad.

Empezamos a trotar, uno al lado del otro, en aquel ejercicio matutino que hemos iniciado desde el primer viernes de cuaresma, fue una propuesta de él para mejorar mi fuerza de voluntad, me conoce tan bien que sabe que el mejor sacrificio que puedo hacer en ofrenda es dejar moldear mi carácter por sus manos suaves y firmes. Levantarme a las cuatro y media de la mañana me cuesta más que hacer ayunos todo el día, por ello, el día que, con él, planeaba mi cuaresma me repitió al oído constantemente “levántate por la mañana, tienes una cita conmigo… a correr” fue tan insistente y repetitivo que no tuve nada más que aceptar su idea.


A penas salía el sol y el cuadro de béisbol del pueblo que me ha acogido desde que salí de Waspam, ya más de un año, se encontraba completamente vacío, solo yo, él y la creación alrededor.

Siempre creí que encontraría a mucha gente ejercitándose, que no era buen lugar para conversar a gusto con él, claro, para las personas comunes aun es extraño ver a alguien como yo siendo amigo de él.

-       Ya no puedo más… descansemos – le dije jadeante.

-       Vamos Yiyo, no hemos dado siquiera la vuelta al campo.

-       No, en serio, ya no, caminemos – un agudo dolor en mi abdomen me detuvo por completo.

Él sonrió, se puso las manos en la cintura y se acercó a mí.

-       Ok mi hijo, descansa cinco minutos.

Yo me tiré al suelo, exhausto, agotado y sudando torrencialmente. Él por su parte hacia ejercicios de flexión.

“Admiro su fortaleza, su templanza, su carácter, sinceramente quiero ser como él, aunque lo admito, me encuentro muy lejos de alcanzar su estatura.” Pensaba para mí mismo.

-       Ni tanto Luchito, no te menosprecies. – me dijo sonriente mientras hacía unas sentadillas.

-       ¿Cómo? No te entendí. – le dije. Siempre olvido que él puede entrar en lo más profundo de mis pensamientos y ahí habitar como su morada.

-       Mira que ni tan alto soy, jejeje – me dijo sintiendo, su sonrisa siempre me ha cautivado, muchos lo creen serio, si tan solo se acercaran notaran lo bromista que es.

-       Sabes que no me refiero a eso – le dije levantándome de nuevo del suelo húmedo.
El me dio una palmada en la espalda y se echó a correr.

-       ¡Veamos quien llega primero a home play! -  Me gritó mientras corría rápidamente
Yo le seguí, por un momento me hice a la idea que le alcanzaría, que lograría ganarle, armado de valor corrí hasta alcanzarle.

Hombro a hombro, parecía un final de fotografía, entusiasmado por llegar a home primero que aquel a quien admiro rotundamente, aquel que me inspira los más grandes ideales que puede alguien anhelar, aquel que tiene pocos amigos porque muchos no se le acercan por miedo, por no aventurarse a conocerlo mejor.

Home cada vez más cerca y los dos lado a lado, él me observa y me señala rápidamente mis zapatos

¡Un cordón suelto! Pensé… lo observé y no, no había nada, todo en su lugar, cuando alce de nuevo la vista, él ya me había aventajado, no puede ser, me dije y en un rápido aventón de locura me barrí a home, una nube de polvo se levantó cubriéndolo todo.

Cuando el polvo se disipó note que mis manos tocaban home ¡ante que sus pies!
¡Gané! ¡Gané! ¡Gané! – grité fuertemente.

Dándome la mano, él me reincorporó, me abrazó fuertemente y me dijo.

-       ¡Eres el nuevo Israel! – me dijo, recordando el pasaje de Jacob y el ángel me sonreí con emoción, le abrace también.

-       Vámonos que ya es tarde y tienes que alistarte para ir al trabajo – me dijo mientras caminábamos a la salida del estadio de béisbol de Quilali. Ya había gente afuera.

Señoras pasaban con panas de maíz hacia el molino, hombres con machete se dirigían al campo a realizar sus labores diarias, mientras yo caminaba a su lado de regreso a casa.

-       Quiero que recuerdes esto – me dijo mientras caminábamos – muchos son los llamados, pocos los escogidos. Lucho, yo te he escogido, así que no hay pretextos, no me defraudes.

Llegue a casa, saque mis llaves, abrí la puerta y cuando voltee ya no estaba, al menos ya no a mi vista. Di gracias por un día más y olvidé la preocupación con la que había despertado.

Todos se fueron. Yo me quedé ahí, sentado en la tarima de la casa pastoral, en el piso quedaban aun restos de emoción, energía y juventud....

Todos se fueron. Yo me quedé ahí, sentado en la tarima de la casa pastoral, en el piso quedaban aun restos de emoción, energía y juventud. Los restos de una rosa, que recién se habían usado en una danza, recordaban el poder de los jóvenes cuando usan su energía correctamente. Más, no me sentía bien.

Ahí en la completa oscuridad sin más compañía que aquellos pétalos de rosa en el piso y la oscuridad, oh sí, la oscuridad, mi albergue de melancolía, en donde nadie puede observar mis lágrimas, en donde puedo arrugar mi rostro cargado de cansancio  y golpear mi pecho cargado de pecados. Ahí, en mi albergue seguro de emociones, me tiré al piso, y derrame todo mi pecho que contenía aquellas palabras, con el pensamiento recurrente de desistir, de abandonarlo todo, de tirar la cruz y seguir mi propio camino, de dejar de ser y empezar a no ser.

Repentinamente escucho unos pasos, un caminar muy conocido, no lo puedo creer, el sonido de sus zapatos resonó todo el auditorio de la casa pastoral y avanzaba en completa oscuridad hacia mí. ¿Será él?

- Lucho, hijo - sus palabras, mi corazón se conmovió, un dolor semejante al de una aguja atravesándolo hizo mover mi mano a mi pecho.

No puedo creer tanto tiempo tengo de no verlo, y en la oscuridad perfecta aparece.

- ¿Puedo sentarme acá? - preguntó yo me quedé pasmado de asombro no hice otra cosa que abrazarlo, abrazarlo con fuerzas

En su pecho se soltaron mis lágrimas, mis brazos le cubrieron completamente, no sé si fueron minutos u horas, pero recostado a él el tiempo se vuelve indefinible.

- Tranquilo Luchito, aquí estoy, yo te lo prometí - decía mientras acariciaba mi cabeza con sus suaves manos, esas manos marcadas con el amor.

 - Te he extrañado tanto - le dije, desde que vivía en Waspam no le había visto, me he sentido tan solo en medio de estas multitudes, cuando el escenario se torna vacío una sola sonrisa bastaría, cuando las velas se apagan y el inciencio deja de subir hasta el altar la luz de un "sigue" me colmaría de esperanza, mas no lo obtengo, solo mi impulso hueco de continuar, solo mi autocompasión diciéndome que lo estoy haciendo para Dios, que todo el sacrificio vale la pena. No es suficiente.

Lo abrace y me quedé perdido en sus brazos, en su corazón ardiente.

- Hijo, yo no te he dejado, nunca lo haría, créeme - me dijo y se sentó observando el auditorio. Su mirada tierna me conmueve.

- Vino bastante gente, te felicito - me dijo - pero, en tu corazón persiste aquel vacío, ¿Por qué?

- No lo sé, siento que esto es inútil. Sabes, el lema del evento era: bellas en las manos del rey, y temo que aun tus manos están vacías. Este esfuerzo no tiene sentido, quiero que te conozcan, pero no logro llevarlos a ti.

- Tranquilo, ven te mostraré algo - me dijo tomándome de la mano, me sentí como un niño con su papá, y así era. Caminó y yo le seguía, estaba oscuro pero sé que mi pie no puede tropezar ya que él me conduce.

Bajamos las gradas del escenario y nos dirigimos a una de las sillas.

- Siéntate acá - me dijo - mira hacia el escenario - estaba completamente en penumbras, más aun así le obedecí. Me senté, respiré profundamente y cerré mis ojos para observar mejor.

Repentinamente apareció Marcos* ensayando en el escenario, en su pecho se miraba una luz tenue, estaba solo, mas practicaba su papel en una de las obras a presentarse con esmero. Él estaba ahí viéndolo sonriente, Marcos no lo notaba, él empezó a aplaudir emocionado por la obra que Marcos ensayaba, me sonreí, para mi sorpresa Marcos volteó hacia donde se encontraba él, fue intuitivo, aparentemente no vio más, y siguió con su ensayo.

- Lo aprecias - me preguntó - su corazón se está preparando para conocerme.

- Sabes - me dijo - muchas veces, las cosas más sencillas abonan en el corazón de estos jóvenes una chispa que germinara en un sol, ellos son luz del mundo, necesitan una razón para mantenerse brillando.

- Por favor, dales esa razón - me dijo mientras tomaba mi hombro - quiero que me amen, quiero que los ames, solo así sabré que me amas.

- Yo te amo - le contesté - yo te amo

- Lo sé, pero eso es lo que pido de tu amor, no desistas.

No, no lo haré.

                                                                                                                 
      * El nombre fue cambiado

Las luces del andén que va desde la oficina a mi cuarto parpadeaban como luciérnagas en el campo. Seguramente la nueva planta eléctrica de...

Las luces del andén que va desde la oficina a mi cuarto parpadeaban como luciérnagas en el campo. Seguramente la nueva planta eléctrica de Waspam no resolverá los problemas energéticos que tenemos. Yo avanzaba a paso lento, cansado por el trabajo y en definitivo no tenía prisa por llegar. La verdad vivir solo es frustrante para mi, nunca me he acostumbrado en dos años y medio de trabajo en Waspam.
Saque las llaves de mi mochila y abrí la puerta. Esperando aquel cuarto de madera de pino, con aroma a sándalo dejado por la varilla de incienso que enciendo cada mañana antes de irme ante la imagen del sagrado corazón que cuelga de una pared. Aquel cuarto recubierto de mi mismo, de mi soledad y mis sueños, y dormir deseando abrazar a mi esposa que desde la lejanía duerme en sus soledades.

Entré, me dirigí a mi armario a cambiar mi uniforme del dia y tratar de sentirme más cómodo. La Biblia desde la mesa de noche brillaba inusualmente. No le preste atención, me cambie y me senté en mi cama.

- Hola Lucho - me dijo

Ahí estaba él, sentado, en mi cama, su mirada tierna, dulce, amorosa, pero inusualmente triste.

- ¿Qué haces aquí? - le pregunté extrañado, es normal encontrarlo en la Iglesia, en el Rio y sus comunidades, pero... ¿en mi cuarto?

- ¿Te molesta? - me preguntó.

Me senté en el borde de la cama quitándome los zapatos mientras le preguntaba:

- No, no me molesta, aunque hubieres avisado y arreglo mejor, sabes no lo he limpiado en semanas. - le dije mientras él sonrío.

- Leí tu escrito en el blog - me dijo

- Ahora que tú lees blogs - le pregunte asombrado, sentándome cerca de él.

- Claro, por qué no, ahí pasan más tiempo mis amigos, porqué me quedaría yo atrás.

- No, solo que es raro, pero dime, ¿cual leíste? - le pregunté

- El que dice "Ojala fuera"  no me gustó - dijo cruzando sus manos

- ¿No te gustó? ¿Estaba tan feo? - le pregunté extrañado.

- Espera, si me gustó el poema, pero no me gustó que seas tú quien lo haya escrito. - dijo moviendo su cabeza en negación, sus crespos cabellos se movían suavemente con su rostro.

- No sé, ¿por qué dices eso?

- Por ejemplo: "Ojala fuera una mariposa, que vuela hacia la luz vuela a la llama en la noche dominante y se quema, así, sin más."

- Aja... - le inquirí.

- Pero no pareciera que vienen de una persona tan inteligente y brillante como tú, pero bueno solo espero no verte quemar.

- No sabía que pensaras eso de mi, tranquilo, no me quemare, ¿sabes que mueve a la mariposa hacia la luz?

Sé que él lo sabe, digo ¿qué no sabe él? pero le hice esa pregunta, no sé por qué.

- Dime tú - dijo como queriendo entender mis pensamientos.

- La fascinación, quisiera sentir un dia eso, fascinación de ir tras algo que a pesar que ese algo me mate pero fui tras eso. Mis sueños son muchos, pero miro mi vida pasar y mis sueños poco a poco apagarse. Quisiera volar, como la mariposa, hacia lo que le fascina, morir pero haber conseguido lo que quiero.

- ¿Y a qué le tienes miedo, qué te detiene? - me preguntó, noté en su voz un toque de frustración.

- No lo sé, quizás temo a morir, la mariposa vuela, pero al momento de llegar a su objeto de deseo, muere.

- Morir por lo que amas, me suena familiar, no crees - dijo viendo sus manos.

- Sabes, quisiera tener un poco de esa energía que tú tienes, de esa constancia, no te desanimas a pesar de todo. - le dije mientras él volvía sus ojos a mí.

- Sabes Lucho, ya tienes ese Espíritu, siempre lo has tenido, muchas veces he conversado contigo sobre eso, y aún no crees. Eso es preocupante hijito, sabes, puedes dejar de hablarme, puedes dudar incluso de mi existencia, pero no hay nada peor que dudar de ti mismo, ¿sabes por qué te dije una vez que el único pecado que no se perdona es aquel en contra del Espíritu? - preguntó

- No, no sé por qué

- Ese pecado de dudar del Espíritu que está en ti, tú puedes hacer todo lo que quieras con ese don, nada es imposible, solo es cuestión de creer, no tanto en mí como en ti.

- Lo entiendo - dije bajando mi rostro.

- Tranquilo, una pregunta mas, ¿yo soy esa mariposa que hablas verdad? - dijo sonriendo

- Creo que sí, sabes que cuando escribo pienso en ti.

- Mmmm, bueno me han dado muchos nombres, pero es la primera vez que me llaman mariposa... - dijo sonriendo - buenas noches lucho, reflexiona sobre ti mismo y sobre ese don que tienes, te dejo, tengo algunos blogs más que leer.

Y así salió de mi habitación dejando su perfume a rosas tan propio de él. Y yo, como siempre que lo encuentro, me encerré en mi habitación personal a meditar aquellas palabras salida de sus labios.

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

“Diosito dile a mamá que quiero vivir, porque a mí no me escucha. Digamos No al aborto!!!!” rezaba un bien intencionado post de un a migo ...

“Diosito dile a mamá que quiero vivir, porque a mí no me escucha. Digamos No al aborto!!!!” rezaba un bien intencionado post de un a migo en el facebook…

“dile a mi mami…” “a mí no me escucha” y reflexione.

¿Que lleva a una mujer a tomar una decisión que está en contra de todos sus instintos?  Una decisión visceral cuando todos sabemos que ellas son seres emocionales. Que conduce a una mujer al abismo de la desesperación y deshacerse de un ser tan Uno con ella, tan fundido en ella y amalgamado en sus entrañas que le hace  tan semejante a la Trinidad como un hombre jamás hemos soñado.

Esa desesperación, esa angustia, esa soledad y vacio una vez que aquel fruto bendito de su vientre deja su hábitat natural y se desprende desde su misma alma…
Y que hacemos nosotros, tomar piedras del suelo dispuestos a lazarla…
Y recuerdo una historia similar:
Le presentan a Jesús a una mujer, su nombre es anónimo para representar a muchas mujeres víctimas del poder masculino, una mujer sorprendida en adulterio, que belleza de la enseñanza divina, una mujer  juzgada sola por un pecado que es de dos.
-          La hemos sorprendido en adulterio,-  dijeron aquellos hombres, orgullosos de sus leyes y su deseo insaciable y sudista de castigar a quien ha pecado, empuñando piedras, incluso aquel con quien había estado.
-          Tenemos que condenarla según la ley de Moisés – dijeron
Jesús se pone de rodillas a escribir en el suelo, quizás avergonzado de esta locura legalista, quizás, como buen caballero evitando observar el cuerpo desnudo de aquella joven recién sacada de su lecho, lecho compartido, lecho del que solo y absolutamente solo ella es acusada.  Jesús se puso a escribir, que benditas palabras habrán salido de aquella mano.

Todos impacientes, querían ver sangre, querían castigar, hombres que usurpado el lugar de Dios querían demostrar lo satánico y pecaminoso que es el cuerpo femenino.
Y uno desesperado le dice:

-          La ley de Moisés dice que debemos de apedrearla, que dices tú?
Jesús se pone en pie,  observándoles les dijo:

-          El que este de entre de ustedes libre de pecado, que tire la primera piedra.
Todos se quedaron en silencio, todos sintieron la mirada penetrante que se introduce con poder en aquellas conciencias. Todos temblaron y uno a uno se retiraron. Todos tenían parte en aquel pecado, todos sabían de su culpa, todos se fueron.

Jesús se vuelve a ella y con tiernas palabras le dice:

-          Mujer – la palabra mujer en Jesús  es un titulo, mujer le dijo a su madre antes de hacerla madre de toda la humanidad al pie de la cruz, mujer le dijo a aquella samaritana luego de reconocerlo como el Mesías esperado, Mujer le dijo a aquella que por su fe se había salvado, hoy le dice mujer dándole dignidad a alguien que estaba en el suelo.
-          Mujer, donde están quienes te acusan.
Ella levanto su rostro y observo a todos lados, no estaban, no había nadie.
-          Ellos no te condenan – continuo Jesús – yo tampoco te condeno. – YO TAMPOCO TE CONDENO!!! Jesús es el primero que le entiende, sabe el sufrimiento de esta mujer, sabe que aquellos que empuñaban sus piedras participaban de este pecado. Jesús les comprende aunque no les aprueba.
Porque nosotros no entendemos las causas sociales y nos desgastamos en tratar lo superficial, el aborto va existir mientras el hombre entienda que la mujer es un cáliz sagrado que merece reverencia, no un objeto sexual que luego como papel usado y sucio desechamos.

Hombres, somos nosotros los primeros culpables de que millones de niños sean abortados, cambiemos nosotros primero y poco a poco el aborto será un hecho conocido solo en los libros de historia junto a las violaciones, la violencia intrafamiliar, el SIDA, y tantos males desencadenados por nuestras pasiones desenfrenadas.

Y nos dice a todos:

Vete y no peques mas.

Que Jesús nos llene de su amor y nos haga ver las cosas a través de sus ojos.

- Plun  ai daukisa - Me dijo... le observe con trsiteza, en mis bolso traia solamente una Biblia y un recipiente con un sandwish que seri...

- Plun  ai daukisa - Me dijo... le observe con trsiteza, en mis bolso traia solamente una Biblia y un recipiente con un sandwish que seria mi almuerzo...

- Plun wiria aik - insistio extendiendo su mano gastada y sucia.

- Quiere comida - me dijo Zoe, creyendo que no entendia el lenguaje del hambre y la necesidad, el lenguaje de Dios...

Me recoste en un costado del vehiculo de la parroquia, una land cruiser blanca, polvosa despues del viaje de siete horas para llegar hasta esta comunidad remota y distante de todo lo que conocemos, una comunidad sumergida en el espeso bosque de pinos de la Costa Atlantica, rica y abundante de verde y azul de la laguna que le da su nombre: Bismonah.

Ante tanta mejestuosidad creada estaba aquella mano inquiriente hacia mi, una mano temblorosa y fragil por la vejes y la desnutricion, una mano que ha transformado a muchos y que en frente mio solicita un suspiro mas para vivir.

Abri mi bolzo, con la esperanza que Zoe se me adelantara... no lo hacia, poco a poco sacaba el unico sandwish que se me habia ocurrido traer... "Zoe, dale algo de lo que vos andas..." solicitaba mi yo egoista... Zoe solo me miraba...

Tome con dolor aquellos pedazos de pan y mortadela, con el queso amarrillo tentandome y el trozo de lechuga riendose de mi... le tome y con dolor de parto se lo di...

Se lo di, aunque no le queria soltar... por fin le solte y aquella anciana cubierta de retazos curtidos de ropa, con aquel cabello cano alborotado y su piel reseca y marchita sonrio, sonrio y en un pazo corrio con él en mano...

- Uba tingki, Uba tingki...- dijo y se perdio entre los caminos entrecurzados de aquel pueblo que me empezaba a recibir.

- Kaiki was - le gite mientras se perdia...

- Luis, ya sabes misquito - me dijo Zoe con su expresion de sorpresa y agrado.

- Yang Miskitu bîla lan takaia want - le conteste.

- Le estas haciendo muy bien si..- me respondio.

- No mucho, hay cosas que uno entiende con tan solo ver a lo ojos a las personas - le afirme - la verdad a ella no e entendia ni una palabra, pero al verle los ojos, esos ojos de necesidad y dolor, entendi que sucedia.

- Si, parece que la cosecha estubo mal este año por las inundaciones, por eso esta comunidad esta tan necesitada y ellos saben que no pueden abusar de los peces de la laguna, si lo hacen Dawanki se alejara de ellos. - explicaba Zoe, aquella joven que no queria asistir a los cultos que haciamos hace un año, pero que un dia en su soledad conocio a aquel Dios que con muchas palabras le queria presentar.

- Esta es nuestra mision Zoe, ese es el Cristo que debemos de predicar, este es el Cristo que necesitamos descubrir, esa señora que nos recibio, sencillamente era un disfraz mas de Jesus que queria comprobar que tan fuerte es nuestro espiritu ante esta mision que hoy empezamos.


Luis Alberto Lira. Waspam 05/05/11

Utopia Universal.

La mision de jovenes en Bismonah empezo el Jueves 05/05/11 y culmina el domingo a las diez de la noche, suplico sus oraciones por todos ellos.

El silencio llueve mientras el polvo de la muerte se adentra en mis nasales el ruido del adiós se abre camino entre la guarida de esco...


El silencio llueve mientras el polvo de la muerte se adentra en mis nasales
el ruido del adiós se abre camino entre la guarida de escombros donde se refugia mi esperanza

Dios, que te has hecho?
Qué puedo hacer para decirle a mundo que ahí estoy, en la nada

No he muerto, aunque mi piel descolorida
y mi sangre vertida en la soledad
indican lo contrario

Pasa el tiempo y mi agonía es extrema

Dios donde estas?
Sera que mi muerte se mencionara junto a los demás agonizantes de la pobreza.

Cuando fue que cayó el mundo sobe mi?
Sera que a Amor se le ha olvidado que me ama?

Arriba, unos metros puedo escuchar a los ángeles sin sospechar que presionan una de mis arterias
Muero mientras todos observan la asfixia
que da como resultado
no el pecado
no la maldad
sino el crujir del tiempo
y lo que no podemos prevenir.

Muero en haiti
muero para vivir...
Amor, al fin estas aquí
junto a mi.