Cuando las luces se vayan apagando  y la oscuridad gobierne mi nada,  cuando me reduzca a polvo a lamentos y llantos cuando se evapo...


Cuando las luces se vayan apagando 
y la oscuridad gobierne mi nada, 
cuando me reduzca a polvo
a lamentos y llantos
cuando se evapore la última lágrima
cuando se marchite la ofrenda de flor...

Quiero que estés ahí, 
ahí con tu mirada, 
tu perfume de azahar
y la certeza de tu amor.

Ahí, escribiendo mi epitafio
Ahí, contando mi leyenda
Ahí recitando mis poemas
ahí resurgiendo mis sueños.

Quiero que estés ahí
transmitiendo mis anhelos a una nueva generación
cumpliendo mis metas en los que vendrán
y animando a otros 
con la dedicación de un amigo
con el ímpetu de un platónico amor.

- Sabes que te amo - me dijo... la luna esa noche se escondía detrás de las nubes oscuras del invierno, un frío viento iba y venía sin sen...

- Sabes que te amo - me dijo... la luna esa noche se escondía detrás de las nubes oscuras del invierno, un frío viento iba y venía sin sentido alguno, moviendo mi cabello a su antojo. Él seguía ahí, a pesar de mi deseo incontenible que se fuera, él seguía ahí, intentando convencerme de nuevo de un amor que ha traicionado.

- Lo siento, tengo que entrar, buenas noches - le dije, tocando tras de mí la cerradura de la puerta que me conducía a la seguridad de mi hogar.

- ¿Quien es?, ¿es él otra vez? - preguntó inquietantemente, su tono apacible se transformó en furia, una furia que al contestarle con la verdad, mi verdad, aumentaria, no puedo decirlo...

- Contesta, ¿es él otra vez? ¿te convenció? - sus ojos negros como las tinieblas que nos circundan se llenaban de un brillo tenebroso, ese brillo que me ha atemorizado por mucho tiempo.

- Debes irte, tengo que entrar - le dije bajando mi rostro, obviando su mirada.

- Alma - me dijo - ya en serio, no puedes volver con él, recuerdas como te abandonó, no me puedes hacer esto - tomando con su brazo mi cintura, mi cintura que rehusaba a ser suya, no de nuevo.

- Suéltame, por favor- le dije, mi mano intentando zafarse de aquel acoso, de aquel acoso tan común en él. - Mira, lo nuestro ya no puede ser, se terminó, ¡¡¡entiendelo!!! - le grité frustrada, frustrada de no poder contra su fuerza...

Sus brazos cubrieron mi cintura y sus manos acariciaron mi espalda y cabellos, mientras su aliento se dejaba escapar por mi cuello confundido e intrigado...

- Alma, sé que lo sientes, sé que me deseas, sé que recuerdas nuestras noches, en nombre de todo eso no lo hagas, ¡no por favor!!!

Sus ojos se entrelazaron con los míos por unos instantes antes de rehuir nuevamente ante aquel beso que aparentemente debía soportar.

- Alma- desde el andén una voz.

Él volteó a ver con locura e ira.

- ¿Te está molestando de nuevo? - preguntó la voz mientras una silueta se deja iluminar por la luminaria. Él me suelta y como toro ante el matador resopla una y otra vez.

- Oh Dios, Yeshua, ¿qué haces aquí? ¡vete! por favor, no pasa nada - le contesté mientras reconocía aquella voz, aquella mirada.

Se detuvo a unos pasos de nosotros. Su cuerpo delgado no es nada ante aquel prototipo de macho que  me acompañaba, sus manos delicadas, suaves, su cabello crespo suelto amarrado a una cola, y su rostro noble, ¿qué podría hacer ante él?

Él me miraba y volvía su ojos a Yeshua, intentando con su mirada convencerme de escoger, de hablar, de decidir...

No podía.

- Alma, ¿es él verdad? ¡¿es ese el que te está arrebatando  la oportunidad de ser feliz, de ser feliz conmigo como lo hemos sido mucho tiempo cuando, por estupido, ese remedo de hombre te abandonó?!!! - dijo, para mí sus palabras fueron como purgantes.

- ¡Vete! ¡no quiero verte, vete de aquí!! - le dije otra vez - ¡vete y no vuelvas!!!

- Ah sí, ¿para que te quedes con tu muñequita verdad? - dijo.

Yeshua seguía en aquella posición, ¡cuanto me hubiese gustado que reaccionara, que enfrentara  esos insultos! no lo hacía, seguía ahí escuchando tantos improperios.

- No, vete ya por favor - mientras intentaba encontrar las llaves en mi bolso.

- Tranquila, ya me voy, ya he visto suficiente, pero cuando cansada porque esa mariquita no te deja ser vos misma, te reprima, te obligue a cambiar algo que disfrutas, acabe con tu libertad en pro de lo que él cree que deberías de ser, cuando suceda todo eso, me reiré, porque se que volverás a mí.

Me atemorizaban sus palabras, ¡¿Será posible?!

- Ok, lo que tú digas, buenas noches - le dije con las llaves en mis manos.

- Alma, por favor - imploró, cuanto me cansa su humor fluctuante.

- ¿Ahora qué?

- No me abandones, por favor, sin ti moriría - una más, lo que me faltaba, chantaje emocional.

- Tranquilo, adiós. - y observando a Yeshua - También te puedes ir.

- No lo haré hasta que entres. - contestó - quiero saberte segura.

Le sonreí, Yeshua sonrió también mientras él me observó con desprecio. Entré a mi casa cerrando la puerta, me recosté a ella insegura de las decisiones que tomaré en mi vida, pero con la firme convicción que podré enfrentarla, sola.


" Ella tenía una sonrisa hermosa, unos ojos grandes como el mundo..." No era Lilith, era alguien más, alguien mas que e...



" Ella tenía una sonrisa hermosa, unos ojos grandes como el mundo..."

No era Lilith, era alguien más, alguien mas que esta afectando la poca cordura que me queda, ya que, aunque deseo verla de nuevo, sus hermosos ojos se esconden a mí, como si habitase una luz inaccesible detrás de una muralla alta. 

En ocasiones le sentía cercana como habitando mi alma, en otras tan lejana como luz de las estrellas, era impredecible, como el viento, intensa como el sol, tenue como la nieve. Sencillamente desconcertante.

El desconcierto me atrae.

Saberle cerca, aunque definitivamente lejos, saberme pleno aunque determinantemente incompleto, entender que mas alla de Lilith, mas alla de la noche habita una luz a la cual no he podido acceder.

Pasaba noche procurando mencionar su nombre, quizás con ello aparecía e inundara mi soledad con una sola de sus miradas, no lo hacía, y en la obsesión de conocerla, de indagar en ella me encerré en el deseo de lo desconocido, en el anhelo de lo oscuro, en la búsqueda de lo inaccesible. Hasta que una noche todo cambió.

-Luis - escuché.

Una increible voz tan tenue, como dulces corrientes de viento que alegraban mi tímpano.



- Te estás poniendo viejo, Lucho – escuché. Era aquella voz que hace casi dos años me dijo adiós mientras se perdía en aquel pasill...


- Te estás poniendo viejo, Lucho – escuché.

Era aquella voz que hace casi dos años me dijo adiós mientras se perdía en aquel pasillo oscuro del que fue mi cuarto.

Dejé el teclado de mi compu y me giré hacia ella. Estaba en un rincón de mi oficina, sentada en una de las sillas de espera, con sus piernas cruzadas y su mano derecha sosteniendo su mentón, su mirada, aquellos ojos verdes, aquellos pequeños ojos verdes me observaban desde un rostro frio.

- ¿Así lo crees? Lilith – le pregunté.

Ella sonrió, una extraña sonrisa tenue que me causó desagrado.

Se levantó y se dirigió a la salida de mi oficina, abriendo la puerta me contesta:

- Es normal, estamos a mediados de enero. Todos los eneros te hace cambiar de expresión.

Y salió, me levanté tras de ella, tenía la certeza que quería que le siguiera, de otra forma no hubiese abierto la puerta, ella solo hubiera salido, a como lo hizo de mi vida.

Salí, diciéndome a mí mismo “no era ella” “aquellos ojos hermosos, no era ella”

La vi caminar hacia el patio posterior de la oficina, sentándose en un montículo que otrora fungía de base de un tanque de agua. Yo, fingiendo que recibía una llamada, fui tras ella, me senté a su lado. Ella, poniéndose unas gafas negras me dijo.

- ¿Recuerdas aquella foto del año pasado? – inmediatamente recordé una foto que ella me dijo entre bromas que no le gustaba, según  comentaba, en esa fotografía me miraba más viejo de lo normal.
Ese día fue gracioso, ella, después de ver la foto me observó y me dijo “pero si estas viejo, la foto dice la verdad". Ambos reímos.

- Lo recuerdo, me dijiste que estoy viejo.

- Pero no lo estás, bueno – sonriendo con picardía- no tan viejo a cómo te ves en cada enero.

- Quizás sea el viento, sabes, en enero hay mucho viento, se me reseca la piel, solo digo.

- Lucho, te vi a inicios de diciembre, lleno de esperanza, de expectativas, haciendo planes de recuperar tu vida, de volver a ser lo que eras, creías que, quizás, si tu plan funcionaba todo estaría bien.

Solo le deje hablar, no sabía hacia donde me quería llevar con esta conversación.

- Pero mírate, tu rostro, tu expresión, la de hoy, no es la misma que la de diciembre. Es como si cada diciembre entregas toda tu energía y en enero, ya consumido por la realidad te quedas vacío de nuevo.

- Lilith…

- Lucho, solo acéptalo, deja ir el pasado, y comienza a organizar tu vida, tu futuro.


- ¿Estarás ahí?

- No, ¿lo olvidas? Adiós – dijo mientras apuntaba hacia el jardín que está justo en la parte posterior de mi oficina.

Nunca lo veo porque se mantienen las ventanas cerradas, no había notado las flores que rodeaban a un pequeño cactus que crecía en su tiesto sin cuidado alguno, un pequeño cactus que empezaba a florecer.

No estaba seguro si era ella. Sus ojos eran diferentes, más grandes, más hermosos, ocultos detrás de unos lentes que magnificaban su ta...



No estaba seguro si era ella. Sus ojos eran diferentes, más grandes, más hermosos, ocultos detrás de unos lentes que magnificaban su tamaño.

Su cabello entre liso y crespo ondulaba con el viento cuando le deja soltar, su sonrisa detrás de aquellos labios pequeños era fascinante y misteriosa, era ingenua pero inteligente, sin aquella picardía característica, sin aquella maldad escondida. Hasta parecía bondad.

¿Era ella? Y si no lo era ¿Cómo entró a mi habitación a puertas cerradas mientras yo dormía? Y si era ella, ¿Porqué decidió regresar después de nuestro contundente adiós?

Yo solo me senté al lado de mi cama y le sonreí, ella rió también.
Me levanté, me dirigí al baño, ella ahí quedó, sentada en aquella silla al lado del armario.

Benji, mi perro, vino detrás de mí. Me sorprendió que no se inmutó ante su presencia. Es como si Benji la conocía. Hasta me pareció que le agradaba.

Por un momento pensé para mí, ”es hermosa" y sí, lo era. Estaba ataviada en una pijama amarilla con dibujos de unas plantas, que se ceñía a sus caderas delineando su cuerpo.

Es linda, pero es diferente. El rojo era su color, y las ropas transparentes su atuendo a estás horas, sin embargo la que estaba en mi habitación era más dulce, más tierna.

Cuando regresé ella ya no estaba, Benji se fue a acostar debajo de la silla que otrora ocupaba, mientras un aroma, discreto pero agradable llenó mi cuarto

¿Era ella? Y si no lo era, ¿Porqué mi corazón se siente tan bien con aquella visita?
No, no era ella, pero, si lo era, ¿Porqué no decidió quedarse como antes? Y se marchó.... como la última vez.

Quizás ella sea otra persona y quizás yo sea otro Luis.





He decido compartir un capitulo del libro que estoy escribiendo "Llámame Koni" un camino de regreso a casa. Espero leer sus come...

He decido compartir un capitulo del libro que estoy escribiendo "Llámame Koni" un camino de regreso a casa. Espero leer sus comentarios al respecto.

¿Católica yo?

CAPITULO 9



Srta. Rosa Espinel (Estudiante de Psicología)

Yo vi esos videos que hicieron popular a mi rockstar, sin embargo, siempre supe que eran exagerados, incluso algunos se atrevieron a hacer montajes ridiculizando, yo me calmaba pensando en que solamente sería una moda pasajera, como todas las de internet, sus videos se olvidaran como otros que en su momento fueron furor y ya nadie les menciona.

Pasaron unos meses del suceso de la catedral y Elías siempre iba a clases y, a pesar de mis ideas, la fama de él no disminuía, se mantenía estática. Quizás por lo enigmático que siempre se ha comportado. Algunas chicas se tomaban fotos con él y le presumían en las redes, en Facebook abundaron las paginas asegurando ser el “sayayin de León” sin embargo, nosotras sabíamos que ninguna de ellas era de él, sencillamente a Elías no le gustaban las redes sociales. Poco a poco las aguas se fueron calmando y las clases continuaron de lo más habitual.

Una mañana no tuve clases, pero nadie tuvo la bondad de avisarme, fue llegando a la facultad cuando me enteré. Molesta me senté en una banca del campus y empecé a mandar mensajes a mi grupo del WhatsApp.
Fue cuando le vi pegando en un poste el anuncio de la Jesús Party de ese año, llegué a ayudarle.

- Si quieres te ayudo a distribuirlas – le dije

- Esta bien – me dijo con aquella sonrisa que hacía chiquito mi corazón.

Le acompañé todo ese día, íbamos de facultad en facultad pegando las volantes para ese concierto, yo feliz de ir al lado de él sintiendo el olor de su perfume, era un aroma maderoso, como sándalo, muy varonil, su cara siempre bien cuidada, afeitado a ras y su cabello fino y delicado. Sí, estaba enamorada de él. Lástima que Elías no entendía las señales que le mandaba, los hombres siempre son complicados para eso, no saben descubrir el corazón de una mujer que late de amor por ellos.


- Rosita – me dijo, “recuerda mi nombre” fue lo primero que pensé – ¿no te gustaría ir al evento?

- Claro que sí Elías, yo voy cada año – “para verte” me mordí la lengua antes de decirlo- me gustan esos eventos.

- Pero – me dice, tomando en su mano una medalla de la Virgen María que colgaba de mi pecho – vos sus católica, verdad.

Me dio pena, no era católica al cien, solo iba a misa cuando me daba la gana y a una que otra actividad que organizaban los de la pastoral juvenil, pero en realidad me gustaban mucho más los eventos evangélicos, la música evangélica, ellos sí hacían grandes cosas para atraer a los jóvenes. Pero no pensaba dejar de creer en María, por eso no me decidía a aceptar esa fe.

- Pues qué te digo, si y no, no soy tan comprometida con mi iglesia

- No te preocupes, te quería preguntar algo sobre tu medalla, no era muy importante, pero me gustaría que fueses al evento, yo te puedo pasar trayendo, si quieres.

¡¿Cómo podía rechazar esa oferta?! Cuando se abre una puerta no queda más que entrar en ella, si no quizás nunca más estará abierta para ti.

- Claro que sí. Pero cuidado me dejas sola

- Mmmm, espero que no, sabes que me toca organizar muchas cosas estando allá, no te enojes si eso pasa. ¿Sí?

- Esta bien, es un trato. Te mando mi dirección en un mensaje oki.

- Esta bien Rosita.

Y se despidió.

Esa noche quería estar más presentable que nunca, estaba sumamente ansiosa, mi amiga no podía creerlo, saldría con mi rockstar.

Puntual, a la hora acordada estaba él afuera de mi casa esperándome. Salimos en dirección al campo Victoria, desde lejos se podrían ver las luces, parecía toda una fiesta, una explosión juvenil.

Elías desde que íbamos no paraba de hacer llamadas, que el sonido, que las mantas, que los trajes, parecía que estaba coordinando casi todo.

Allí me encontré a muchas personas conocidas, quizás esos videos virales habían ayudado a que el evento fuese masivo, todos querían escuchar a Elías, verlo actuar, y yo me sentía una pequeña cenicienta viviendo su sueño, al lado de él.

Y empezó el evento, el grupo entonó la canción que está pegando en todas las radios, una canción romántica con mensajes cristianos, todos nos emocionamos ya que han sido un éxito no solo en las radios cristianas sino está en los primeros puestos en las radios seculares. No lo podía creer.

Abrace a Elías emocionada. Él me devolvió el abrazo.

Siempre me he preguntado, ¿Por qué la Iglesia católica no hace eventos así? Siendo sinceros sus actividades son aburridas y cuando quieren hacer algo alegre nos ponen música secular.

Los jóvenes que queremos buscar de Dios no andamos con sed de lo mismo que podemos encontrar en el mundo, andamos con sed de espiritualidad, de escuchar una voz que nos direccione. Pero no, a ellos no les interesa que los jóvenes vivamos la fe, solo les importa mantener a las abuelitas siempre rezando rosarios y ya. Solo hacen los que más les acomoda. Y las pastorales llenan sus catequesis de temas de autoestima y sexualidad, pero nada de Dios. Y qué decir de los que le dirigen, por la mañana hablan de cristo y por la noche van a un bar. Doble moral.

Ya no quería eso, quería entregarme a Cristo completamente, sin medias tintas, abrir las puertas de mi corazón para que lo transforme completamente.

Esa noche, como ya me lo esperaba, Elías se marchó a lo suyo, pero yo, sin pensarlo recibí el mayor de los regalos, recibí a Jesús en mi corazón deshaciéndome de una vez por todas aquella medalla que era lo único que me mantenía siendo católica.

Me levanté a buscarla,  era imposible, ya se había marchado confundida con la tinta negra que la noche derrama. La noche en vela...

Me levanté a buscarla, 
era imposible,
ya se había marchado confundida con la tinta negra que la noche derrama.


La noche en vela recordando cada palabra, 
cada equivocación.
“¿Y si realmente la necesito?” 
La duda que invadió mis maquinaciones.

Necesitar el frío para anhelar el calor, 
necesitar el abandono para desear la cercanía, 
clamar por incertidumbre cuando necesitamos la fe.

Realmente necesito que aquel espectro oscuro y luminoso irradiara su llanto para experimentar la alegría.

Ya no soy el mismo. 
Y tengo que reconocerlo, 
estos años con Lilith marcaron realmente mi vida.

Salí al área del lavado, 
en el patio embalsado de la casa. 
Ahí me recosté en la humedad de aquel piso sucio con la esperanza de que apareciera, 
como lo hizo en Quilalí, 
como lo hizo en Waspam cuando igual a esta ocasión terminamos.

No lo hizo.
No lo hizo y me he percatado sólo.
Sólo y la esperanza que aquella que me llevaba al averno vuelva para volver con ella al cielo.

- No Lilith, no es suficiente. Ella se levantó de su silla y se acercó a mí, sentose al lado de mi cama y sonrió con tristeza. ¡Cuánto me du...

- No Lilith, no es suficiente.

Ella se levantó de su silla y se acercó a mí, sentose al lado de mi cama y sonrió con tristeza.

¡Cuánto me duelen esas sonrisas!

Tomó un mechón de su cabello que ya cubría su rostro frío y se lo acomodó detrás de su oreja.

- Listo, me voy entonces. - me dijo sin ver mi rostro, así huyendo su mirada, reflejos de un corazón roto.


- No sé - conteste, solo quería decir la primer palabra pero el orgullo sumó la segunda.

La casa estaba en silencio y las chicas de los demás cuarto de aquel alquiler seguramente dormían.

Lilith se reincorporó, acomodando su vestido negro como el cielo nocturno, sin verme sólo hizo un ademán de despedida con su mano izquierda.

- Espera – Creí haber dicho, tan sólo fue un pensamiento sofocado por el ego machista que destroza mi consciencia.

- Adiós Luis. – me dijo.

“Yo no soy Luis para ti, nunca me has llamado por ese nombre” pensé lleno de angustia pero no salían palabras de mi boca .

Entendí que mi nombre en ese momento significa un adiós rotundo e indefinido.

Y así, sin mas se retiró por aquella puerta cerrada mezclándose con las penumbras del pasillo.

Esa noche se marchó, y hoy he vuelto a estar sólo completamente, deseando recuperar la compañía de aquel espectro que una madrugada de abril apareció en mis pesadillas y habitó en mi lucidez.