- Ya tenía tiempo de no hacer esto. - le dije. - ¿Hacer qué? - me contestó, sus ojos radiantes me observaban con aquella mirada de siempr...
Motivo de mi prisa
- ¿Hacer qué? - me contestó, sus ojos radiantes me observaban con aquella mirada de siempre, inquieta por mis respuestas.
- Caminar solo. - Le contesté, el viento cálido de chichigalpa soplaba en mi rostro y hacia mover un poco aquel vestido rojo que ella traía.
Antes de conocerla creía que tenia la capacidad de leer mis pensamientos, hoy entendí que no, solo intuye lo que mis ojos revelan.
- ¿Solo? - me preguntó, su ceja delineada se encorvaba en expresión interrogativa.
- Sabés a lo que me refiero - le dije tocando levemente su hombro - solo, sin prisa ni necesidad de llegar a ninguna parte. Así solo, contando los pasos, decidiendo si darlos o no, detenerme o avanzar, aquí solo con mi Lilith, mi acompañante. - su expresión se vio mas relajada cuando la mencioné.
- Lucho, lucho, - me dijo mientras se detenía en el anden que va desde el Instituto al reparto Erick Ramirez - ¿en serio no tenés prisa? - su sonrisa picara me retaba.
Me detuve al lado de ella acercando mi rostro al suyo devolviendole la sonrisa.
- No, Lilith, no tengo prisa, puedo quedarme aquí frente a vos si querés.
- Yo quiero caminar - dijo sacando su lengua, y empezó a avanzar frente a mí dejándome en aquella orilla.
- A pues yo también camino. - le dije, ella se detuvo, mientras el viento jugaba de nuevo con su vestido.
Bajo su rostro y olvido aquella sonrisa que llevaba consigo.
- No tenés prisa porque no tenés a donde llegar ni quién te espere. - me dijo, así con su rostro pálido viendo sus pies.
Recordé, mi corazón quedó en Quilalí en dos personas que me esperan, ellas eran el motivo de correr de la oficina a la casa, ellas eran la razón de contar los minutos por la salida, por ellas no quería salir de la casa y tocaba correr para llegar al trabajo, ellas eran la causa de mi prisa.
- Sí, la soledad me libera de la prisa, pero bendita prisa si me quita esta pesada soledad. - concluí.
Ella me abrazó y avanzamos en silencio en aquel anden colmado de gente desconocida, sin ningún saludo, ninguna sonrisa, con el clima lo único cálido que recibí esa tarde.
- ¿No te da pesar irte de Quilalí? - me preguntó, yo tomé un sorbo de la taza de café contemplando el árbol de navidad en la esquina de la s...
Del café y otras epifanías.
- Imagino que irás conmigo - pregunté casi afirmándolo, casi pidiéndolo, deseándolo.
Ella se sentó a mi lado, afuera caía una ligera brisa que ahondaba el frió, "a veces no sé si exprimir el sol para sentir calor" me dije a mi mismo, apesarado por haber vivió el máximo viento invernal que ahogó la llama de mi entusiasmo, de mi vida.
- Por supuesto que sí - contestó, su cuerpo fúnebre era aquella nieve cargada de calidez. - Pero eso no contesta mi pregunta, ¿En serio te irás?
Puse la taza de café en la mesa de centro, me levanté, di unos pasos a la puerta principal, la gente pasaba y observaban, como si supieran la respuesta de aquella pregunta.
- No sé qué decirte - le dije, ella se quedó observando sin variar su postura.
- Habla con el corazón, como sabes hacerlo, habla en prosa - me insistió.
- Sabes, - acercándome a ella, contesté - en Quilali he vivido las mas intensas de mis soledades, perdí mucho de mí mismo, mi esencia se destiló entre los arboles de pino y el río jicaro, y ahi, en la nada muchos de mis sueños se redujeron a escombros, muchas de mis pretensiones se convirtieron en fracasos y yo poco a poco me empece a mezclar en las sombras del pecado. Herí y resulté completamente herido.
Ella no decía nada, ahí sentada solo se dispuso a rellenar mi taza de cafe.
- Hace unos años me recibieron, me aceptaron como uno de ellos, me paseé por sus plazas, por sus calles y sonreía, te lo juro, me sentía en casa, quilaliano me decía, pero, como el lobo de Gubbia, "me apalearon y me echaron fuera. Y su risa fue como un agua hirviente" conocí lo peor en unos pocos meses y, aunque a veces inocente fue para mí casi la experiencia de la muerte. ¿Pesar? no lo sé Lilith, ya no quiero vivir en este estado del alma, es una agonía constante.
- Agonía - me dijo haciéndome un gesto que me invitaba a sentarme a su lado.
- Sabes, ver caer ese castillo que construiste, no con ladrillos, no con cemento, ¡con lagrimas y sangre! y, así como si nada, lo derrumban a tus ojos mientras te acusan de traición. No, Lilith, mi corazón no soportó tanto, se marchitó y seguramente por eso a él no lo he visto, se perdió desde aquella noche que la muerte vino a mi y me reclamo como herencia.
- Pero estas aquí, aquí conmigo.
- Lo sé, Lilith, pero no eres lo suficientemente real. - Mis labios empezaron a temblar desfigurando mi rostro en una amarga mueca.
- Lucho, llora, no te reprimas esa pesadumbre que se materializa en tus ojos como manantial caudaloso.
Me acerqué a su hombro y lloré, como ya muchas veces lo he hecho. Mis mejillas se gastaron en este pueblo se erosionaron por el correr de mis lagrimas saladas, que nadie vio o que muchos aun a estas fechas han ridiculizado.
- Sabes, Lobo de Gubbia - me dijo con una leve sonrisa mientras secaba mi rostro - toma tu taza de café.
No lo entendí, me senté y bebí de la taza que Lilith me servía, en ese momento, como una catarsis, como una epifanía mis ojos se abrieron, el sabor de aquel café me trasladó a muchos lugares, momentos.
Me vi en la cocina de Ivan con aquellos chistes picantes y aquellas platicas de teología, con Magda y Blanca riéndose o ruborizándose según lo que decíamos.
Me vi en la sala de Jorge y Heymar hablando de anime, Los Simpson o de aplicaciones de teléfono, acompañado por Douglas, Evert y una que otra vez de Janier, el Cristianeitor.
Me vi en casa de Rudy y Elizabeth conversando sobre guitarras, sobre proyectos, sobre filosofía. Me vi en Caulatu, en casa de Koni, Lilian o de Christian.
Me vi en San Bartolo, en casa de Doña Maria, en Arenales con Iris, Rosa y Dilcia.
Me vi en Wanas, Las Cruces, Las Vigías, me vi en tantos hogares, me vi en tantas alegrías, incluso me vi en la oficina, con tantas conversaciones algunas profanas otras divinas.
- Sin café es imposible agradar a Dios, decías ante cada taza, recuerdas.
Sonreí, la nostalgia me invadió, había ido detrás de la libélula vaga sin entender que en esas oscuridades extremas experimenté el mas bello sol.
- Lucho, ¿ahora lo entiendes? tuviste que pasar por los mas oscuros valles para conocer la mas radiante luz, y todo, absolutamente todo formó parte del plan que él marcó para ti.
- Fue el mas cruel plan.
- Así obra él, hace pasar a los suyos por las llamas mas intensas, conociste el amor de tus amigos, los que te defendían, Nereyda, Lexania, Yarileth; los que te aconsejaban, Glendys, Teresa, Manuel. Habían algunos que tan solo te brindaban compañía, otros oraban por ti. Luchito, tuviste grandes razones para ser feliz.
- Y ahora que te vas, lleva contigo la mas grande sonrisa, amaste, fuiste amado, se feliz, aunque no lo notaste,
Cuando las luces se vayan apagando y la oscuridad gobierne mi nada quiero que estés ahí ahí con tu mirada tu perfume de azahar y l...
Quiero que estés ahí
con el ímpetu de un platónico amor.
- Ya no puedo más - exclamé, nadie lo percató, fue una declaración ruidosamente silenciosa, sin embargo con un eco profundo en mi cora...
La naturaleza de su rechazo
- Gracias - le dije. Tome aquel licuado de leche y me senté en una de las bancas. Había mucha gente, muchas conversaciones, muchos abra...
Aquel pararrayos.
Ya no quiero seguir existiendo, la batalla ha matado mis energías y mi esperanza, ya no puedo mas, me rindo ante la vida y ante aquel que ca...
Veniat mors
Quilalí es tan vacío, a las diez de la noche todas las personas se encierran en sus habitaciones, cual agorafobicos temen a salir ante la oscuridad nocturna, nadie sabe, sospecha o intuye que deambulo en sus calles cual espanto nocturno o ángel caído. La rotonda frente al puente del Río Jicaro es mi refugio a mis locuras noctambulas.
Ahí en la soledad absoluta, veo el correr del tiempo frente a mis ojos, y el cadáver de mis sueños llevado en procesión hasta el sepulcro del olvido.
- Ya hace mucho que no apareces, me has abandonado a la suerte y a las manos de Lilith quien altera mi cordura y me hace desear la muerte.
Las calles vacías se cubrían de la negra brea de la noche, la oscuridad es apremiante frente a la necesidad de ocultar mis lagrimas, mi rostro desfigurado en una mueca patética y mis manos temblando ante el temor del mas allá.
- ¿Porqué me encomendaste esta misión que me obliga a olvidar mi propio ser? Ya no puedo ante los demonios que me circunda, quieren mi sangre y la han conseguido, quieren mi martirio y ya solo espero el toque de muerte, el jaque mate final.
Un viento frío descendió de las montañas de Quilalí, un silbido terrorífico que susurra a mi oído con un escalofrío el "quod sit ultimum" que he pedido y que ahora temo "veniat mors"
Un espectro avanza con lentitud, sus vestiduras oscuras y su rostro oculto tras un cabello negro, me pongo en pie ante esa figura amenazante, pienso en huir, mas mis pies no reaccionan.
veniat mors escucho nuevamente. Viene la muerte
Dos pasos atrás, no consigo huir, su mano gélida aprieta mi cuello con fuerzas, siento perder mis energías y ceder mi espíritu.
- singulare certamen - dijo elevando mi rostro a su cara - Pelea.
Mi cuerpo se entumecía ante la presión que me impedía respirar, sus ojos luminosos, cual brazas encendidas me observaban desfallecer
- SINGULARE CERTAMEN - gritó con fuerzas, su respiración parecía a la de un toro enfurecido.
Ahí frente al espectro de dos metros de altura que amenazaba con robar mi vida, mis pensamientos se debatían entre ceder mi espíritu muriendo en las manos de aquel desconocido o en luchar por mi vida.
Decidí arriesgarme si de todas formas moriría al menos que sea heroicamente.
Levanté mis manos a la altura de su rostro, mis dedos pulgares los enterré en los ojos incandecentes presionando con todas las fuerzas que cabían en mi pecho, comenzó a gritar de dolor, soltando mi cuello permitiendo mi respiración, caí fuertemente al adoquinado de la calle. El dolor fue insoportable.
Se lanzó sobre mí nuevamente, la adrenalina comenzó a fluir por todo mi ser, tomé sus manos y les sujeté fuerte, ahora que lo recuerdo no logro comprender de dónde saqué aquellas fuerzas.
Golpe tras golpe y la contienda persistía, estaba decidido a quitarme la vida y yo decidido a morir luchando, mi cuerpo cada ves mas lastimado pero las fuerzas se renovaban a cada golpe recibido.
No logro recordar cuantas veces mi rostro fue restregado en las piedras de la calle.
Al fin me sujetó fuertemente, presionando mi pecho, grité de dolor y, sin saber cómo, golpeé con fuerzas su entre pierna con mi rodilla.
Cayó al suelo retorciéndose del dolor.
Tomé una piedra cercana, la levante con intención de lanzarla cuando.
- Lucho, has vencido.
Su voz, no puede ser, es él.
Se puso en pie, despejando su rostro ante mí, esa visión fue celestial, era él, toda la noche fue él.
- Ya no temas mi hijo, has luchado contra mí y has vencido, ahora dime, frente a qué te podrás doblegar.
Quise arrodillarme y llorar a sus pies, quise abrazarle y pedirle que no me deje de nuevo, quise decirle que si él no soy nada, sin embargo mi cuerpo no reaccionaba.
- Hoy es el día en que te he restaurado luchito, hoy es el día en que te preparo, crees que lo que has vivido es duro, la batalla a penas empieza. Ve en paz, y lucha con todas tus fuerzas. Ganaras la guerra que se ha tramado en tu contra y recuerdalo yo mismo lucharé a tu lado.
y con esas palabras desapareció de mi vista mientras a lo lejos, detrás de las montañas de Quilalí el sol de nuevo aparecía.
Vete Arranca cada tramo de esperanza de esta inútil relación que no quede nada de ti en mi vida Vete Llévate contigo los recuerd...
Vete
Cae sobre mí toda la soledad golpea mi pecho con tu apasionado impulso destruye ya este corazón inutil destrozalo en tus manos y hazlo p...
Soledad infinita
golpea mi pecho con tu apasionado impulso
destruye ya este corazón inutil
destrozalo en tus manos
y hazlo pedazos
Ya no quiero sentir
Arranca estas emociones que me convencen
mis ideales llevalos con el viento
ya no quiero creer
ya no quiero ser
quiero perderme en la nada.
Ya no me queda nada que sentir.
¡Cuánto daría por ser libre de mí mismo!
olvidar todas mis utopías
arrancar en pedazos mis anhelos
raspar mi rostro contra la cruel realidad
y que se desfigure mi humanidad
Ya solo eres tú, oh soledad lo que realmente existe
Y frente a las cicatrices indelebles
frente al fracaso continuo
frente al abandono total
quedarme abrazado a mí
refugiarme en mí mismo
Y en nadie más.
Ven soledad
soledad infinita
soledad eterna
que este bohemio agonizante
llora por ti.
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