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Apareciste una tarde de octubre, pero te reconocí en una noche de diciembre, hermosa tras tu sonrisa tímida, tus hermosos ojos iluminaron mi...



Apareciste una tarde de octubre, pero te reconocí en una noche de diciembre, hermosa tras tu sonrisa tímida, tus hermosos ojos iluminaron mi existencia, tu enorme corazón hacía el ritmo que amenizaba mis noches.

Me descubrí enamorado, perplejo ante tu andar acelerado y desconcertado de tu singular forma de amar, original, única: perfecta. 

Lograste entrar hasta lo más profundo de mi corazón e hiciste en él una morada, una morada en la que no viviría nadie más que sólo tú. Le adornaste con cactus y suculentas, con aves y tortugas, con música, con danzas. La hiciste tuya, firmando un pagaré de 25 besos.

Cada día le agregabas más besos a la cuenta, y aunque lo lograbas pagar, los 25 besos siempre quedaban en mora.

Hoy te vas, descubriste que mi corazón no era un lugar habitable, que había moho creciendo en sus paredes, y el color desteñido. 

Con todo lo que soy intenté detenerte, de rodillas te he prometido renovar tu habitación. Te pido perdón, no hay forma.
 
Cuando el dolor es más fuerte que las palabras, las lágrimas no logran limpiar lo que antes fue amor, dijiste.

Y aquí me quedo yo, solo, rogando tu regreso, implorando tu perdón.
 
Aquí me quedo, con la promesa de 25 besos, y el dolor de tu adiós. 

Mientras hablábamos de acupuntura y mi escepticismo al poder que unas agujas en  la piel pueda tener, soltaste una palabra que decidí obviar...




Mientras hablábamos de acupuntura y mi escepticismo al poder que unas agujas en  la piel pueda tener, soltaste una palabra que decidí obviar. 

"No sé, hay cosas que sí duelen y que no necesitan jincar"

Tu mirada de inmediato se llenó de cansancio. Debías dormir. Y yo, evitando hablar más, solamente te besé. 

Y aquí estoy en mi insomnio. Mientras duermes a mi lado yo quisiera adentrarme en tus sueños y preguntarte, a qué te referías.

Me levanto de la cama y voy al patio, ante la necedad de Benji, mi cachorro, y su insistencia de morder mis pies me regresé al sofá de la sala.

Y pensar, solamente pensar, en ti, porque desde ya algunos meses no logro concentrarme en nada más, ya mis desvelos son tuyos, mis cogniciones te pertenecen.

He visto tus manos llenas de espinas cada vez que cuidas tus plantas, en mis ideas freudianas he querido interpretar tu afición por las agujas y las púas como un deseo masoquista o un castigo autoimpuesto por tus sentimientos de culpa, pero no, no es así, he estado tan equivocado.

Mientras mirábamos ese capitulo de You, en Netflix, y te reías al ver a Joe con miedo mientras las agujas de la acupuntura entraban en sus orejas me sonreíste y dijiste "viste que funciona" yo sencillamente lo negué. 

Y es que en realidad yo no estaba concentrado en el debate de la efectividad de las terapias alternativas, pensaba en ti, pensaba en mí.

¿Y si yo soy ese cactus que te hiere?

¿Y si mejor dejas de regarme? ¿Dejas de quererme? 

Quizás tu vida sería más fácil.

Y mientras me intentabas convencer de la acupuntura yo miraba tus ojos y decía "no quiero lastimarte más" 

Quizás lo comprendiste y por eso me contestaste con esa última frase antes de dormir.

¿Y si realmente me ves como tus cactus? ¿y si realmente esperas verme florecer, por eso soportas las espinas que de vez en cuando llegan a tu piel?

Lo único que sé es que en todo este tiempo no he sabido valorar lo que has hecho por mí y es momento de empezar a hacerlo.

Decidido de ello regresé a mi cuarto, y te di un beso que no sentiste. Ya dormías.


Es hora ya Es hora de llevarme mi oscuridad lejos de tu luz Es hora de dejarte ser Es hora de decir adiós. Es este el momento ...


Es hora ya
Es hora de llevarme mi oscuridad lejos de tu luz
Es hora de dejarte ser
Es hora de decir adiós.

Es este el momento
El momento en que tu faro de luz se encenderá de nuevo
Es el momento que mi frío deje de abrazarte
Es el momento en que tu energía regresará.

Y me iré

Marcharé por el camino sin norte
En donde me abrigará el olvido 
Y el tormento de no tenerte será mi compañía por las noches.

Me iré,
Recordándote, sabiendote feliz, contemplando en el alba tu mañana
Celebrando tu decisión de estar sin mí.

Y ahí en el vacío de mí mismo
En el silencio de mis adentros
Te abrazaré por mil y una vez
Sosteniendo tu mano fabricada con recuerdos
Y tus besos hechos de nostalgia.

Sí, es este el momento
Antes que te ame más (si algo así es posible)
Y el dolor se haga más intenso.

Es hora ya
Adiós.

Cuando las luces se vayan apagando  y la oscuridad gobierne mi nada,  cuando me reduzca a polvo a lamentos y llantos cuando se evapo...


Cuando las luces se vayan apagando 
y la oscuridad gobierne mi nada, 
cuando me reduzca a polvo
a lamentos y llantos
cuando se evapore la última lágrima
cuando se marchite la ofrenda de flor...

Quiero que estés ahí, 
ahí con tu mirada, 
tu perfume de azahar
y la certeza de tu amor.

Ahí, escribiendo mi epitafio
Ahí, contando mi leyenda
Ahí recitando mis poemas
ahí resurgiendo mis sueños.

Quiero que estés ahí
transmitiendo mis anhelos a una nueva generación
cumpliendo mis metas en los que vendrán
y animando a otros 
con la dedicación de un amigo
con el ímpetu de un platónico amor.

He decido compartir un capitulo del libro que estoy escribiendo "Llámame Koni" un camino de regreso a casa. Espero leer sus come...

He decido compartir un capitulo del libro que estoy escribiendo "Llámame Koni" un camino de regreso a casa. Espero leer sus comentarios al respecto.

¿Católica yo?

CAPITULO 9



Srta. Rosa Espinel (Estudiante de Psicología)

Yo vi esos videos que hicieron popular a mi rockstar, sin embargo, siempre supe que eran exagerados, incluso algunos se atrevieron a hacer montajes ridiculizando, yo me calmaba pensando en que solamente sería una moda pasajera, como todas las de internet, sus videos se olvidaran como otros que en su momento fueron furor y ya nadie les menciona.

Pasaron unos meses del suceso de la catedral y Elías siempre iba a clases y, a pesar de mis ideas, la fama de él no disminuía, se mantenía estática. Quizás por lo enigmático que siempre se ha comportado. Algunas chicas se tomaban fotos con él y le presumían en las redes, en Facebook abundaron las paginas asegurando ser el “sayayin de León” sin embargo, nosotras sabíamos que ninguna de ellas era de él, sencillamente a Elías no le gustaban las redes sociales. Poco a poco las aguas se fueron calmando y las clases continuaron de lo más habitual.

Una mañana no tuve clases, pero nadie tuvo la bondad de avisarme, fue llegando a la facultad cuando me enteré. Molesta me senté en una banca del campus y empecé a mandar mensajes a mi grupo del WhatsApp.
Fue cuando le vi pegando en un poste el anuncio de la Jesús Party de ese año, llegué a ayudarle.

- Si quieres te ayudo a distribuirlas – le dije

- Esta bien – me dijo con aquella sonrisa que hacía chiquito mi corazón.

Le acompañé todo ese día, íbamos de facultad en facultad pegando las volantes para ese concierto, yo feliz de ir al lado de él sintiendo el olor de su perfume, era un aroma maderoso, como sándalo, muy varonil, su cara siempre bien cuidada, afeitado a ras y su cabello fino y delicado. Sí, estaba enamorada de él. Lástima que Elías no entendía las señales que le mandaba, los hombres siempre son complicados para eso, no saben descubrir el corazón de una mujer que late de amor por ellos.


- Rosita – me dijo, “recuerda mi nombre” fue lo primero que pensé – ¿no te gustaría ir al evento?

- Claro que sí Elías, yo voy cada año – “para verte” me mordí la lengua antes de decirlo- me gustan esos eventos.

- Pero – me dice, tomando en su mano una medalla de la Virgen María que colgaba de mi pecho – vos sus católica, verdad.

Me dio pena, no era católica al cien, solo iba a misa cuando me daba la gana y a una que otra actividad que organizaban los de la pastoral juvenil, pero en realidad me gustaban mucho más los eventos evangélicos, la música evangélica, ellos sí hacían grandes cosas para atraer a los jóvenes. Pero no pensaba dejar de creer en María, por eso no me decidía a aceptar esa fe.

- Pues qué te digo, si y no, no soy tan comprometida con mi iglesia

- No te preocupes, te quería preguntar algo sobre tu medalla, no era muy importante, pero me gustaría que fueses al evento, yo te puedo pasar trayendo, si quieres.

¡¿Cómo podía rechazar esa oferta?! Cuando se abre una puerta no queda más que entrar en ella, si no quizás nunca más estará abierta para ti.

- Claro que sí. Pero cuidado me dejas sola

- Mmmm, espero que no, sabes que me toca organizar muchas cosas estando allá, no te enojes si eso pasa. ¿Sí?

- Esta bien, es un trato. Te mando mi dirección en un mensaje oki.

- Esta bien Rosita.

Y se despidió.

Esa noche quería estar más presentable que nunca, estaba sumamente ansiosa, mi amiga no podía creerlo, saldría con mi rockstar.

Puntual, a la hora acordada estaba él afuera de mi casa esperándome. Salimos en dirección al campo Victoria, desde lejos se podrían ver las luces, parecía toda una fiesta, una explosión juvenil.

Elías desde que íbamos no paraba de hacer llamadas, que el sonido, que las mantas, que los trajes, parecía que estaba coordinando casi todo.

Allí me encontré a muchas personas conocidas, quizás esos videos virales habían ayudado a que el evento fuese masivo, todos querían escuchar a Elías, verlo actuar, y yo me sentía una pequeña cenicienta viviendo su sueño, al lado de él.

Y empezó el evento, el grupo entonó la canción que está pegando en todas las radios, una canción romántica con mensajes cristianos, todos nos emocionamos ya que han sido un éxito no solo en las radios cristianas sino está en los primeros puestos en las radios seculares. No lo podía creer.

Abrace a Elías emocionada. Él me devolvió el abrazo.

Siempre me he preguntado, ¿Por qué la Iglesia católica no hace eventos así? Siendo sinceros sus actividades son aburridas y cuando quieren hacer algo alegre nos ponen música secular.

Los jóvenes que queremos buscar de Dios no andamos con sed de lo mismo que podemos encontrar en el mundo, andamos con sed de espiritualidad, de escuchar una voz que nos direccione. Pero no, a ellos no les interesa que los jóvenes vivamos la fe, solo les importa mantener a las abuelitas siempre rezando rosarios y ya. Solo hacen los que más les acomoda. Y las pastorales llenan sus catequesis de temas de autoestima y sexualidad, pero nada de Dios. Y qué decir de los que le dirigen, por la mañana hablan de cristo y por la noche van a un bar. Doble moral.

Ya no quería eso, quería entregarme a Cristo completamente, sin medias tintas, abrir las puertas de mi corazón para que lo transforme completamente.

Esa noche, como ya me lo esperaba, Elías se marchó a lo suyo, pero yo, sin pensarlo recibí el mayor de los regalos, recibí a Jesús en mi corazón deshaciéndome de una vez por todas aquella medalla que era lo único que me mantenía siendo católica.

- ¿No te da pesar irte de Quilalí? - me preguntó, yo tomé un sorbo de la taza de café contemplando el árbol de navidad en la esquina de la s...

- ¿No te da pesar irte de Quilalí? - me preguntó, yo tomé un sorbo de la taza de café contemplando el árbol de navidad en la esquina de la sala. Me recosté en el sofá y suspiré.

- Imagino que irás conmigo - pregunté casi afirmándolo, casi pidiéndolo, deseándolo.

Ella se sentó a mi lado, afuera caía una ligera brisa que ahondaba el frió, "a veces no sé si exprimir el sol para sentir calor" me dije a mi mismo, apesarado por haber vivió el máximo viento invernal que ahogó la llama de mi entusiasmo, de mi vida.

- Por supuesto que sí - contestó, su cuerpo fúnebre era aquella nieve cargada de calidez. - Pero eso no contesta mi pregunta, ¿En serio te irás?

Puse la taza de café en la mesa de centro, me levanté, di unos pasos a la puerta principal, la gente pasaba y observaban, como si supieran la respuesta de aquella pregunta.

- No sé qué decirte - le dije, ella se quedó observando sin variar su postura.

- Habla con el corazón, como sabes hacerlo, habla en prosa - me insistió.

- Sabes, - acercándome a ella, contesté - en Quilali he vivido las mas intensas de mis soledades, perdí mucho de mí mismo, mi esencia se destiló entre los arboles de pino y el río jicaro, y ahi, en la nada muchos de mis sueños se redujeron a escombros, muchas de mis pretensiones se convirtieron en fracasos y yo poco a poco me empece a mezclar en las sombras del pecado. Herí y resulté completamente herido.

Ella no decía nada, ahí sentada solo se dispuso a rellenar mi taza de cafe.

- Hace unos años me recibieron, me aceptaron como uno de ellos, me paseé por sus plazas, por sus calles y sonreía, te lo juro, me sentía en casa, quilaliano me decía, pero, como el lobo de Gubbia, "me apalearon y me echaron fuera. Y su risa fue como un agua hirviente" conocí lo peor en unos pocos meses y, aunque a veces inocente fue para mí casi la experiencia de la muerte. ¿Pesar? no lo sé Lilith, ya no quiero vivir en este estado del alma, es una agonía constante.

- Agonía - me dijo haciéndome un gesto que me invitaba a sentarme a su lado.

- Sabes, ver caer ese castillo que construiste, no con ladrillos, no con cemento, ¡con lagrimas y sangre! y, así como si nada, lo derrumban a tus ojos mientras te acusan de traición. No, Lilith, mi corazón no soportó tanto, se marchitó y seguramente por eso a él no lo he visto, se perdió desde aquella noche que la muerte vino a mi y me reclamo como herencia.

- Pero estas aquí, aquí conmigo.

- Lo sé, Lilith, pero no eres lo suficientemente real. - Mis labios empezaron a temblar desfigurando mi rostro en una amarga mueca.

- Lucho, llora, no te reprimas esa pesadumbre que se materializa en tus ojos como manantial caudaloso.

Me acerqué a su hombro y lloré, como ya muchas veces lo he hecho. Mis mejillas se gastaron en este pueblo se erosionaron por el correr de mis lagrimas saladas, que nadie vio o que muchos aun a estas fechas han ridiculizado.

- Sabes, Lobo de Gubbia - me dijo con una leve sonrisa mientras secaba mi rostro - toma tu taza de café.

No lo entendí, me senté y bebí de la taza que Lilith me servía, en ese momento, como una catarsis, como una epifanía mis ojos se abrieron, el sabor de aquel café me trasladó a muchos lugares, momentos.

Me vi en la cocina de Ivan con aquellos chistes picantes y aquellas platicas de teología, con Magda y Blanca riéndose o ruborizándose según lo que decíamos.

Me vi en la sala de Jorge y Heymar hablando de anime, Los Simpson o de aplicaciones de teléfono, acompañado por Douglas, Evert y una que otra vez de Janier, el Cristianeitor.

Me vi en casa de Rudy y Elizabeth conversando sobre guitarras, sobre proyectos, sobre filosofía. Me vi en Caulatu, en casa de Koni, Lilian o de Christian.

Me vi en San Bartolo, en casa de Doña Maria, en Arenales con Iris, Rosa y Dilcia.
Me vi en Wanas, Las Cruces, Las Vigías, me vi en tantos hogares, me vi en tantas alegrías, incluso me vi en la oficina, con tantas conversaciones algunas profanas otras divinas.

- Sin café es imposible agradar a Dios, decías ante cada taza, recuerdas.

Sonreí, la nostalgia me invadió, había ido detrás de la libélula vaga sin entender que en esas oscuridades extremas experimenté el mas bello sol.

- Lucho, ¿ahora lo entiendes? tuviste que pasar por los mas oscuros valles para conocer la mas radiante luz, y todo, absolutamente todo formó parte del plan que él marcó para ti.

- Fue el mas cruel plan.

- Así obra él, hace pasar a los suyos por las llamas mas intensas, conociste el amor de tus amigos, los que te defendían, Nereyda, Lexania, Yarileth; los que te aconsejaban, Glendys, Teresa, Manuel. Habían algunos que tan solo te brindaban compañía, otros oraban por ti. Luchito, tuviste grandes razones para ser feliz.

- Y ahora que te vas, lleva contigo la mas grande sonrisa, amaste, fuiste amado, se feliz, aunque no lo notaste,