Mientras hablábamos de acupuntura y mi escepticismo al poder que unas agujas en  la piel pueda tener, soltaste una palabra que decidí obviar...

Ya dormías.




Mientras hablábamos de acupuntura y mi escepticismo al poder que unas agujas en  la piel pueda tener, soltaste una palabra que decidí obviar. 

"No sé, hay cosas que sí duelen y que no necesitan jincar"

Tu mirada de inmediato se llenó de cansancio. Debías dormir. Y yo, evitando hablar más, solamente te besé. 

Y aquí estoy en mi insomnio. Mientras duermes a mi lado yo quisiera adentrarme en tus sueños y preguntarte, a qué te referías.

Me levanto de la cama y voy al patio, ante la necedad de Benji, mi cachorro, y su insistencia de morder mis pies me regresé al sofá de la sala.

Y pensar, solamente pensar, en ti, porque desde ya algunos meses no logro concentrarme en nada más, ya mis desvelos son tuyos, mis cogniciones te pertenecen.

He visto tus manos llenas de espinas cada vez que cuidas tus plantas, en mis ideas freudianas he querido interpretar tu afición por las agujas y las púas como un deseo masoquista o un castigo autoimpuesto por tus sentimientos de culpa, pero no, no es así, he estado tan equivocado.

Mientras mirábamos ese capitulo de You, en Netflix, y te reías al ver a Joe con miedo mientras las agujas de la acupuntura entraban en sus orejas me sonreíste y dijiste "viste que funciona" yo sencillamente lo negué. 

Y es que en realidad yo no estaba concentrado en el debate de la efectividad de las terapias alternativas, pensaba en ti, pensaba en mí.

¿Y si yo soy ese cactus que te hiere?

¿Y si mejor dejas de regarme? ¿Dejas de quererme? 

Quizás tu vida sería más fácil.

Y mientras me intentabas convencer de la acupuntura yo miraba tus ojos y decía "no quiero lastimarte más" 

Quizás lo comprendiste y por eso me contestaste con esa última frase antes de dormir.

¿Y si realmente me ves como tus cactus? ¿y si realmente esperas verme florecer, por eso soportas las espinas que de vez en cuando llegan a tu piel?

Lo único que sé es que en todo este tiempo no he sabido valorar lo que has hecho por mí y es momento de empezar a hacerlo.

Decidido de ello regresé a mi cuarto, y te di un beso que no sentiste. Ya dormías.


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