Vamos, me dijo, yo asentí... cuantas palabras se callan cuando el sol se oculta tras de ti las estrellas temerosas aparecen con su luz ...

Fuimos no dos, uno.


Vamos, me dijo, yo asentí...
cuantas palabras se callan cuando el sol se oculta tras de ti
las estrellas temerosas aparecen con su luz tenue
y ese sentimiento estúpido
irrumpe en tu certeza.

Hacia dónde? le pregunté, qué importa, dijo...
mis manos temblantes
llenas de deseo y soledad
mi piel seca por el viento
desierto de mí por falta de agua,
y allí estaba ella...
induciendo con su aroma al placer de sabernos vivos
al proceder sin ver tras de ti,
al vivir solo unos instantes
besando a la muerte porque has vivido,
viviendo la luz que desprenden tu libido insaciable
que queremos a toda costa ocultar...

paseo sus labios en mis dedos
mientras la luna emergía con fuerza
como ama y señora de la oscuridad

ideal...

Y el miedo al mañana se frustra
con la capa negra que nos envuelve
para qué vivir sin existir en plenitud, dijo
asentí...


Y la pasión embriago a los expectadores
y el universo entero participo de aquella danza divina
incluso Dios observo con deseo desde sus aposentos
mientras la crema y miel se funde en una amalgama
que
dentro de nosotros mismos
infundo de color
lo que no sabíamos siquiera que existía...

y quedamos exhausto de no ser
y hartos de no existir
hasta que aquella noche
empezamos a ser
no dos,
uno

uno hasta el fin.

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