La luna había
decidido esconderse esa noche, la ausencia de su luz materna explicaba el
conflicto de mi alma. Caía una suave brisa y mi cuerpo temblaba de frío, pero
aún así seguía caminando, las calles de la ciudad a la cual
apodaban León Santiago de los Caballeros se encontraban vacías, vacías como mi
corazón... la oscuridad cubría con su angustia exuberante todo cuanto existiese,
todo cuanto pudiese llorar, y yo no estaba exento, lloraba...
La lluvia se intencificaba ocultando las lagrimas negras y pesadas que corrian por mis mejillas erocionandolas completamente. Tomé en mis manos una cruz que ya no debía seguir en mi cuello, ¡ya no mas! me libraré de esa carga pesada que me había impuesto en mis locuras alucinantes del pasado, no seguiré siendo esclavo del que se esconde a mis lamentos, abandonaré a Dios, abandonaré al inexistente.
Los faroles
del puente de Guadalupe, con su tenue luz, iluminaban con belleza bohemia mi
camino, el olor a muerte del cadáver del río chiquito, un río que tuvo la desgracia de atravezar una ciudad moderna, contaminado completamente deprendiendo ese olor de putrefaccion me hizo desear continuar
mas rápido, no lo hice, merezco esa pestilencia, me decía a mi mismo, merezco esta lluvia, merezco esta soledad, merezco ese Dios que se oculta detrás de esas nubes
y me abandona cuando lo necesito. ¡Merezco todo esto!
Caminaba sin
sentido, sabía a dónde me dirigía, pero el llegar no era mi prioridad, quizás,
como decía de antaño, el camino destile mis temores y el avanzar me sirva de
terapia ante mis angustias... no funcionaba.
Recordé el
sueño que me marcó hace algunos años, aquel sueño que identifiqué con mi vision, mi utopía, ilusión donde una doncella vestida de sol, con una gracia sin ingual, refulgente y radiante me
encomendaba una misión: mostrarle a los jóvenes que Dios existe, dedicar mi vida a la juventud... hoy me doy
cuenta que solo era una Quimera... ¡hubiese sabido esto antes, desde un principio
y no me hubiese decepcionado tanto!!!
Aun la cruz
seguía en mi mano, la idea era clara, botarla en un basurero, siendo este el acto sacramental de mi ruptura definitiva con Dios, sin embargo aunque lo deseaba con todo el dolor en mí no lo conseguía hacer.
La lluvia habia mojado toda mis ropas y en mi interiozacion razonaba sobre mi postura,
sintiendo caer sobre mí la burla de los ángeles al verme ahí en mi terquedad innecesaria, y el
saberme alentado por los espíritus oscuros me llenaba de calor... si ellos se
rebelaron, ¿porqué yo no?
“Si he de
morir, quiero que sea así, vacío de todo, y con la katana como memorial de mi
caminar”
No sabía que
mi deseo estaba a punto de ser realidad...
Avance sin
percatarme de nada, frente a mí se encontraba un parque colonial, aburrido,
abandonado, sobrio, como todas las estructuras coloniales que se conservan para que
los turistas puedan encontrar un atractivo en nuestra ciudad, lugares
frecuentados por palomas, cuervos y demás seres inconscientes de la depresión
que causan esos colores amarillos-naranja. Le llamaban el parque de Guadalupe,
porque ahí se encontraba la iglesia del mismo nombre. Generalmente lo rodeo, no
me atrevo a adentrarme en su inútil oscuridad, pero hoy no, entré sencillamente
para burlarme de la imagen que reina en su centro, esa mujer que conocí en mis sueños, esa mujer que decía amarme, que dice orar por mí, ¡que dice protegerme!! ¿En dónde estaban sus oraciones cuando, esta noche me han corrido de mi casa?!!! ella que me abandonó a mi suerte con una
misión que no puedo cumplir... entré solo para decirle adiós...
Ya estaba a
sus pies, sus ojos de piedra no evocaban nada, estaba consciente que le hablaba
a un conjunto de cemento, hierro y pintura, lo sabia pero en mi corazón sentía
que al decirlo a esa imagen se lo decía a ella misma, a esa mujer de la que me enamoré.
Y lo hice:
“¿porqué te
creí? ¿porqué no te obvie y te dije adiós? sabes, me
enamore de ti, de tus promesas cuando no tengo en mi hogar mas que llanto, me
ilusione con tu manto protector, de tus palabras tiernas, hoy me doy cuenta que
no eres nada, siquiera existes, me arrepiento de ti, cuando decidí que vinieras
a mí, me arrepiento de tu amor, cuando creí que me amabas, te abandono como tú
ya lo has hecho… Adiós Tonatzin, Adiós Isha Bethel.”
Mis palabras
apenas salían cuando, repentinamente se aproximaron a mis seres salidos de la
oscuridad del inframundo, querían mi dinero, de paso se llevarían mi vida si
fuese necesario, se aproximaron y al bajar los ojos lo único que vi fue el
pequeño destello del puñal que traían consigo.
Puñal que estaba a punto de
entrar a mi piel.
-
Danos lo que andas- decía el que identifique como
líder. Yo aun no me percataba que me estaban robando, en mi mente la pequeña
posibilidad de que se tratase de una broma rondaba mi mente evitando que reaccionara en lo absoluto
-
Hey, no nos oyes- dijo otro
presionando su puñal en mi abdomen, acto seguido me empujan al suelo, los
golpes eran como martillos destrozando mis entrañas, mi único reflejo fue
cubrirme el rostro.
-
Quítenle todo- decían entre
sí, yo aun seguía absorto de todo, me sujeta uno de ellos obligandome a estar de pie, me sacaron la billetera, el reloj, celular y camisa, pero
cuando intentaron arrebatarme lo que andaba en la mano caí en mí.
-
Esto no se lo lleven- le
suplique entre lagrimas de dolor y quejidos, fue contraproducente, llamé
inmediatamente su atención.
-
Qué es esto, es interesante- dijo
uno mientras me lo arrebataba
- Es una cruz, es de plata,
esto ha de valer mucho- se lo llevan y me avientan al embaldosado, mis codos
raspados, mi cuerpo golpeado enteramente, me quise quedar ahí en el suelo sin moverme,sin levantarme.
- Mira esto que andaba en su cartera, este idiota creia en la zorra de Maria. - Sus palabras me dolieron mas que los golpes recibidos, junto a mí habían unas piedras.
-
deja esa imagen - grite mientras aventaba una
piedra hacia él, le dio en la cabeza, lo derribó, pero caí en cuenta que
era apenas uno de los seis que me atacaron, y ahora qué haré, los otros cinco
se giran a mí, me miran con enojo, vienen a mí... di dos pasos hacia atrás, no
fueron suficientes.
Ellos
avanzaron como jauría de lobos hambrientos, se abalanzaron con furia, la
roca que aventé volvía en mi contra,
esta ves apretada en el puño de uno de los atracadores, me dio con fuerzas en mi craneo, precisamente detrás de mi oreja, me tumbó, caí al suelo
mareado, como cuando te pasas de copas, pero esta ves sin placer alguno, caí al
suelo, escuchando las palabras escalofriantes.
-
Matémoslo- decían
constantemente mientras golpeaban mi cuerpo, me horrorice cuando el golpeado
avanzo entre ellos, trae el puñal en sus manos.
-
denme lugar que este
desgraciado no se pude ir así por así.
-
Qué vas a hacer- le preguntó
uno de ellos intentando detenerlo
-
lo voy a matar
-
que te pasa loco, no lo podes
matar, déjemelo mal herido, una golpiza que jamás olvide pero no lo matemos.-
si golpéenme pero no me maten, decía para mis adentros, no me maten...
-
mira maje, quién manda aquí,
si digo que lo voy a matar lo voy a matar.
-
OK, pero nosotros no tenemos
nada que ver en esta vaina- insistí, decía para mí, insistí, que no me mate...
-
Aquí estamos todos, no me
salgas con tonterías, y dame lugar que este desgraciado lo mato yo.
Avanzó a mí,
la decisión estaba tomada, moriré, moriré... lo único que hice fue cerrar los
ojos.
¡¿A qué hora,
Señor, harás algo?!! ¡¿Acaso me dejaras morir así?!! ¿No recuerdas el pacto que
tenemos, acaso no me amas? Maria pide por mí…- eran mis palabras mientras la
muerte respiraba sobre mi oreja, eran mis palabras de desesperación, eran mis
palabras que, en el allá fueron escuchadas.
-
dejen a ese maje.
-
Si maje, ese es de los
nuestros, y si quieren bronca aquí estamos.
-
Tranquilo loco
-
que pasa cobardes, por qué
corren
-
te robaron algo men
-
si malditos tiren lo que
robaron.
Aun mis ojos
estaban cerrados, no me atrevía a abrirlos.
No creía lo
que pasaba, aun estaba con vida, no salía de mi asombro cuando, en silencio,
con suavidad, con aquella delicadeza que me enamoró hace unos años, estaba una
mujer, con un pañuelo limpiaba mi cabeza ensangrentada, sus palabras cuando le
vi sus ojos cafés fueron las mismas que le dijo al temeroso Juan Diego hace
quinientos años:
-
no tengas miedo, acaso no
estoy yo aquí que soy tu madre?
Me cubrió y
cerré nuevamente mis ojos, me recosté en su regazo como un niño, ella me
acaricio la frente con sus labios cálidos.
-
No temas, tranquilo-
prosiguió- tranquilo, ve a cumplir tu misión, que por ellos, mis hijos, estas
vivo.
-
¿Porqué...? - le dije, quise
preguntarle porqué me había abandonado tanto tiempo, porqué me pasaron tantas
cosas, porqué estar a punto de morir bastó para que Dios me escuchase.. reflexioné:
eso bastó para que yo me diera cuenta de cuanto lo necesito.- porqué a mí?
Porqué no otro.
-
Eso lo descubrirás luego, tú
solamente hazlo y el Señor hará el resto.
Y así fue que
al día siguiente tome un lápiz, un papel y empecé a escribir este libro que hoy
tienes en tus manos, se que tienes sed de Dios, a lo mejor como Elías, el
personaje de esta historia, te sentirás decepcionado de tu vida, de ti mismo,
de tu Iglesia, tus padres, tu país, cuantas cosas mas que no son como nos
gustaría fuesen, tanta necesidad de mas, sientes el deseo sincero de un
encuentro personal con Amor, sentirte amado... Utopía Universal desde que
empieces tu lectura deja de ser una Utopía, será realidad cuando personas como
vos y como yo nos decidamos a instaurar el reino entre nosotros, el reino ya
esta en nuestro corazón cuando descubramos nuestra propia capacidad de amar,
espero que Utopía Universal te ayude a descubrir que Dios esta vivo, y vive en
ti esperando lo descubras.
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