Ya han pasado muchos meses en completa ausencia, ya no le he visto, su presencia se ha alejado de mí o mis ojos han perdido su pureza para n...

Ya han pasado muchos meses en completa ausencia, ya no le he visto, su presencia se ha alejado de mí o mis ojos han perdido su pureza para notarlo, sencillamente él ya no está conmigo visiblemente, y le extraño.

- Se fue Luchito, se fue - me decía ella.

Noches como estas le observaba entre las sombras que su mirada tenue iluminaba, su presencia armoniosa que mecía los compases de mi alma al sonar de su voz se ha desvanecido en la nada.

- ¿Será mi pecado quién le ahuyentó? - pregunté, ella me observó con ternura, su mirada radiante, sensual desbordada de deseos siempre causaba en mí sentimientos confrontados.

Un frío viento erizó mi piel, el cielo vacío de estrellas con truenos que desde las montañas de Quilalí amenazaban con una lluvia torrencial, no era buena idea estar ahí acostados, en el patio de mi casa con aquella mujer mas fría que la Antártida y mas caliente que las llamas mismas del infierno.

Pasó sus manos sobre mis hombros frotando para darme un poco de su calor, mi cuerpo clamaba por un abrazo sin embargo sabía que en ella no encontraría el afecto que buscaba, solo provocaría a la lujuria y al placer que me ha costado adormecer.

- Lucho - me dijo, a sabiendas que me molesta escuchar ese nombre de su voz - él es así, en cuanto menos lo esperes aparecerá nuevamente, él es un balzamo eficaz para tus heridas, además su amor es grande, al menos su amor por ti.

- Dime - le pregunté- ¿Por qué a ti no te ama?

Ella observó nuevamente al cielo y suspiró.

- Lucho, aprovecha tú, su amor es para ti.

Se puso de pie, yo le observe, es tan bella y a pesar de su oscuridad se puede deslumbrar un poco de su dolor, ese dolor que le ha marcado durante siglos. Una lagrima rodó por su mejilla.

- Lilith - le dije - ¿qué te sucede?

Ella suspiro y limpiando sus ojos me sonrío diciendo

- Nada mi luigi

Me puse en pies a su lado, por primera vez sentí compasión por ella.

- Abrázame luchito, necesito un abrazo - me dijo y le obedecí.

Son diez años desde que acepte iniciar el camino, son diez años desde aquella primera, y traumatica ocasión en que sus ojos luminosos entraron a mi habitación cerrada, y desde entonces nunca había sentido compasión por ella, de miedo, terror, pánico, aceptación, mas nunca compasión, hasta hoy. 
A pesar que una parte de mí me decía que podría ser otra de sus mentiras, ella es maestra en ello, mi corazón me pedía que le amara.

Y le amé.

Sus lagrimas corrieron por mi hombro.

- Yiyo - me dijo - no sabes lo que es caer como lucero, no sabes la fuerza de su rechazo, cuando su sagrado corazón se decide a no amar no hay nada en el universo entero que lo haga cambiar de opinión. Sin embargo - me dijo viéndome a los ojos, con su aliento besando mi boca - cuando él se decide a amar, nada, absolutamente nada lo hace dejar de hacerlo, incluso la infidelidad, la desobediencia, el rechazo, él siempre te amará. No sabes lo dichoso que eres.

Yo le escuchaba, lo entendía, nunca imagine que Lilith me diría todas esas cosas

- Muchas veces yo quisiera ser como tú, mas no, ya pasó mi tiempo, ahora solo me espera apelar a su justicia mientra cumplo, lo que imagino, es su voluntad.

- ¿Y cuál es? - le pregunté, ella acercó su rostro tan cerca al mio que unos centímetros apenas impedían que me besara como ya muchas veces lo ha hecho, la transpiración de su piel se confundía con la mía y su cuerpo entero se amalgamaba en mí enajenando mis fuerzas.

- Tentarte corazón, he ahí mi misión, he ahí su voluntad, fui concebida para ser tu sucubo, fui concedida para ti.

Y me beso, inyectando su placer en mis labios sedientos de afecto, dominando mi cuerpo que como tierra reseca clamaba por la lluvia de caricias de sus aguas torrenciales, mis manos deseosas de degustar sus cantaros de miel y sumergirme en sus manantiales, me beso y me infectó con el virus de la lujuria, ese virus que controla tu ser y amarra tu ego a los deseos de la carne.

Esa noche como muchas noches desde que acepté mi vocación, fui tentado por Lilith, mas, esa noche como otras posteriores cedí a sus placeres.

La luna había decidido esconderse esa noche, la ausencia de su luz materna explicaba el conflicto de mi alma. Caía una suave brisa y mi c...

La luna había decidido esconderse esa noche, la ausencia de su luz materna explicaba el conflicto de mi alma. Caía una suave brisa y mi cuerpo temblaba de frío, pero aún así seguía caminando, las calles de la ciudad a la cual apodaban León Santiago de los Caballeros se encontraban vacías, vacías como mi corazón... la oscuridad cubría con su angustia exuberante todo cuanto existiese, todo cuanto pudiese llorar, y yo no estaba exento, lloraba...

Y mi habitación se lleno de oscuridad, negra brea que cubrió cada tramo de mi cuarto, el silencio aprisionante hacía estallar mi ca...




Y mi habitación se lleno de oscuridad, negra brea que cubrió cada tramo de mi cuarto, el silencio aprisionante hacía estallar mi cabeza ansiosa de sonidos y las imágenes recurrentes de mi interior herido aparecian como fantasmas tenues entre la sombras y los haces de luz que se colaban al pasar de cada vehículo.


La energía eléctrica esta ves no volvió como era ya costumbre, dejando en penumbras cada rincón de este pintoresco pueblo del norte del país.

Calor, calor sofocante que amenazaba con deshidratar mi cuerpo, no soporté mas, salí al patio.


Me senté en una piedra esperanzado a que la luz volviese, mas no lo hizo…


-       - Hola Lucho – fue una voz femenina.


Solo existe una persona en el universo entero que me dice así y no es una mujer, la sombras de la noche bañaban ese cuerpo femenino que avanzaba hacia mí, su larga cabellera de rizos juguetones bailaban a cada paso que daba, su caminar erótico, atrevido y sensual y su voz, ardiente y atemorizante.


-       - ¿Puedo sentarme contigo? – preguntó, yo no le contesté, solo me aparte brindándole espacio en aquella roca incomoda en la que me había sentado.


-      - ¿Sabes quién soy, verdad Luchito? – me dijo sentándose a mi lado mientras acomodaba su cabello en una cola de caballo.


-       - La verdad no le sé – le contesté – sin embargo creo que tú me conoces, ¿él te habló de mí?



-      - Él habla muy bien de ti, pero ya nos conocíamos antes, ¿no lo recuerdas?


-       - La verdad no.


Y se acercó a mí tan cerca que su respiración se fundía con la mía, mi rostro y el suyo era dividido por centímetros de aire, su aroma inundó mi mente de recuerdos y fantasías de antaño, supe quién era.


-       - ¿Qué quieres conmigo? – le pregunté observando sus ojos que a pesar de tanta oscuridad pude apreciar con claridad, amarillos incandescentes.


-       - Ayudarte – me dijo sin retirarse, su aliento entró por mis sentido.


-       - No lo comprendo, ¿tú me quieres ayudar? Creo que la ayuda de él es suficiente – le dije.


-       - Puede ser, pero él ya no tiene tiempo para ti, además, tú ya le pediste que no volviera, que te dejara solo.


Era verdad, un día lleno de furia le grité, le dije que no necesitaba sus consejos, ¡que sus regaños me tenían cansado!!! ¡Déjame solo!!!...


Le grité y él sencillamente sonrió con tristeza y dándome una palmada en el hombro se alejó.


-       - Y sabes algo – me dijo acercándose aún más – creo que ya no lo volverás a ver.


-      - No es cierto lo que me dices – le dije – me niego a aceptar todo eso.


-       - Luchito – me dijo recostándose a mi pecho – mírame a mí, sola desde ese día, pasó lo mismo conmigo


-      -  No es lo mismo – le contesté tocando su cabeza con mi mano


-       - Quizás no, pero siempre me puedes tener a mí


-      - Lo sé, pero sé que volveré a verlo pronto.



-      - Lucho, lucho, dime – recargando su peso en mis piernas me dijo de nuevo a los ojos  - tu renuncia es en serio


No le contesté, solo vi de nuevo sus ojos amarillos dorados.


-       - Viendo tus ojos sé que no es así, hay un fuego dentro tuyo, diferente al que he conocido en otros, sé que ni las aguas torrenciales le podrán apagar.

Me dio un beso en la mejilla y se levantó en dirección a la pared del patio.


-       - Sé que no podré conquistarte tan fácilmente, ya no tanto como en el pasado, pero aun así haré mi esfuerzo, no lo dudes.


Y se fue, perdiéndose en la oscuridad de la noche, dejando tras de sí un halo de dudas e incertidumbre.

-        Ninguno, absolutamente ninguno, solo yo he quedado, ¿qué sucedió? Él callaba, bajó su rostro observando el pasto verde de aque...

-       Ninguno, absolutamente ninguno, solo yo he quedado, ¿qué sucedió?

Él callaba, bajó su rostro observando el pasto verde de aquel cuadro de béisbol húmedo por el rocío de la mañana, el cantar de las aves eran una canción de alabanzas para el creador que él contemplaba sin decir nada, en su silencio personal, en su estar conmigo y con el universo a la vez, en esa instante en que me oía sin decir palabras, sin mencionar nada, sin asentir, sin verme.

Un viento fresco hizo que sus crespos cabellos se movieran en un danzar suave sobre su rostro, sus ojos cafés contemplando el suelo y ahí sentado en el verdor del campo, sencillamente existía al lado mío.

-       Sabes cuántos pasamos retiro esos tres días, éramos 80 jóvenes, 80 personas que soñaban con cambiar sus vidas y de paso el mundo, ahora he quedado solo yo. Los demás asesinaron su corazón y sus anhelos fueron quemados en la hoguera del olvido.

-       Lucho, trotemos – me dijo estirando su mano hacia mí en ademan que le ayudara a levantarse, lo hice, tomé su mano y se incorporó al lado mío.

Él es extraño a veces, cuando se decide a no contestarme no lo hace, se queda en silencio o como en este caso, cambia de tema o actividad.

Empezamos a trotar, uno al lado del otro, en aquel ejercicio matutino que hemos iniciado desde el primer viernes de cuaresma, fue una propuesta de él para mejorar mi fuerza de voluntad, me conoce tan bien que sabe que el mejor sacrificio que puedo hacer en ofrenda es dejar moldear mi carácter por sus manos suaves y firmes. Levantarme a las cuatro y media de la mañana me cuesta más que hacer ayunos todo el día, por ello, el día que, con él, planeaba mi cuaresma me repitió al oído constantemente “levántate por la mañana, tienes una cita conmigo… a correr” fue tan insistente y repetitivo que no tuve nada más que aceptar su idea.


A penas salía el sol y el cuadro de béisbol del pueblo que me ha acogido desde que salí de Waspam, ya más de un año, se encontraba completamente vacío, solo yo, él y la creación alrededor.

Siempre creí que encontraría a mucha gente ejercitándose, que no era buen lugar para conversar a gusto con él, claro, para las personas comunes aun es extraño ver a alguien como yo siendo amigo de él.

-       Ya no puedo más… descansemos – le dije jadeante.

-       Vamos Yiyo, no hemos dado siquiera la vuelta al campo.

-       No, en serio, ya no, caminemos – un agudo dolor en mi abdomen me detuvo por completo.

Él sonrió, se puso las manos en la cintura y se acercó a mí.

-       Ok mi hijo, descansa cinco minutos.

Yo me tiré al suelo, exhausto, agotado y sudando torrencialmente. Él por su parte hacia ejercicios de flexión.

“Admiro su fortaleza, su templanza, su carácter, sinceramente quiero ser como él, aunque lo admito, me encuentro muy lejos de alcanzar su estatura.” Pensaba para mí mismo.

-       Ni tanto Luchito, no te menosprecies. – me dijo sonriente mientras hacía unas sentadillas.

-       ¿Cómo? No te entendí. – le dije. Siempre olvido que él puede entrar en lo más profundo de mis pensamientos y ahí habitar como su morada.

-       Mira que ni tan alto soy, jejeje – me dijo sintiendo, su sonrisa siempre me ha cautivado, muchos lo creen serio, si tan solo se acercaran notaran lo bromista que es.

-       Sabes que no me refiero a eso – le dije levantándome de nuevo del suelo húmedo.
El me dio una palmada en la espalda y se echó a correr.

-       ¡Veamos quien llega primero a home play! -  Me gritó mientras corría rápidamente
Yo le seguí, por un momento me hice a la idea que le alcanzaría, que lograría ganarle, armado de valor corrí hasta alcanzarle.

Hombro a hombro, parecía un final de fotografía, entusiasmado por llegar a home primero que aquel a quien admiro rotundamente, aquel que me inspira los más grandes ideales que puede alguien anhelar, aquel que tiene pocos amigos porque muchos no se le acercan por miedo, por no aventurarse a conocerlo mejor.

Home cada vez más cerca y los dos lado a lado, él me observa y me señala rápidamente mis zapatos

¡Un cordón suelto! Pensé… lo observé y no, no había nada, todo en su lugar, cuando alce de nuevo la vista, él ya me había aventajado, no puede ser, me dije y en un rápido aventón de locura me barrí a home, una nube de polvo se levantó cubriéndolo todo.

Cuando el polvo se disipó note que mis manos tocaban home ¡ante que sus pies!
¡Gané! ¡Gané! ¡Gané! – grité fuertemente.

Dándome la mano, él me reincorporó, me abrazó fuertemente y me dijo.

-       ¡Eres el nuevo Israel! – me dijo, recordando el pasaje de Jacob y el ángel me sonreí con emoción, le abrace también.

-       Vámonos que ya es tarde y tienes que alistarte para ir al trabajo – me dijo mientras caminábamos a la salida del estadio de béisbol de Quilali. Ya había gente afuera.

Señoras pasaban con panas de maíz hacia el molino, hombres con machete se dirigían al campo a realizar sus labores diarias, mientras yo caminaba a su lado de regreso a casa.

-       Quiero que recuerdes esto – me dijo mientras caminábamos – muchos son los llamados, pocos los escogidos. Lucho, yo te he escogido, así que no hay pretextos, no me defraudes.

Llegue a casa, saque mis llaves, abrí la puerta y cuando voltee ya no estaba, al menos ya no a mi vista. Di gracias por un día más y olvidé la preocupación con la que había despertado.

Dejó de tomar la gaseosa diaria que acostumbraba y guardó los diez córdobas entre las páginas de un libro viejo y grueso heredado de su padr...

Dejó de tomar la gaseosa diaria que acostumbraba y guardó los diez córdobas entre las páginas de un libro viejo y grueso heredado de su padre. Cuando aquella decisión cumplió un mes, tenía ahorrado 300 córdobas. Su amiga, Lolita, necesitaba invertir en su recién iniciada pulpería, oportunidad que aprovechó Rosendo para prestarle el dinero que ahorraba.


Al finalizar el primer año, sus ahorros más los intereses ganados se convirtieron en 5,014 córdobas. Aquello le pareció muy bueno y además, al no tomar gaseosa diariamente había logrado bajar al peso deseado. La historia se repitió al año siguiente y al finalizar el segundo año, su capital era de 14,018 córdobas. Todo su dinero ahorrado estaba colocado al mismo interés que cobran las tarjetas de crédito, 5% mensual.
Con esos 14,018 córdobas compró justo catorce quintales de frijoles, los cuales vendía a domicilio a setenta clientes del barrio que consumían veinte libras mensuales, ganando cinco córdobas por libra. Por supuesto, se puso las pilas y demostró a sus vecinos la ventaja de recibir en sus casas frijol de primera calidad, según las necesidades de cada semana.

Por la venta de frijoles, cada mes le quedaban siete mil córdobas de ganancia, que al finalizar el tercer año sumaron 84,000. Eso, más los 14,018 con que inició el negocio frijolero, dio un total de 98,018 córdobas.
Su amiga, la pulpera, siguió utilizando el dinerito de la gaseosa que ya no compraba y sumó los 5,014 que le generó al año. Ese 31 de diciembre del
tercer año sin tomar gaseosa, su calculadora arrojó la interesante suma de 103,032 córdobas.

Por supuesto, conforme pasó el tiempo, el negocio de los frijoles se robusteció mucho más, lo mismo que la salud financiera y física de Rosendo. ¿No lo cree? Haga numeritos y verá que esta historia es posible. Ya no se diga, si hubiera vendido frijoles con los ahorros desde el primer año.


Chiquilistagua, enero 2014.

Arnulfo Urrutia M  (Autor del libro “Éxito emprendedor”)

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Tras la muerte confirmada de Nelson Mandela (según el portal de noticias de CNN) he decidido subir el poema que avivo el fuego de Mandela en la cárcel durante mucho tiempo. Es un poema escrito por el poeta ingles William Ernest Henley
Invictus:
Más allá de la noche que me envuelve
negra como el abismo insondable,
agradezco al dios que fuere,
por mi alma inconquistable.
En las garras de la circunstancia
no me he estremecido ni he llorado.
Bajo los golpes del azar
mi cabeza sangra, pero está erguida.
Más allá de este lugar de ira y lágrimas
yace el horror de la sombra,
sin embargo la amenaza de los años
me halla y me hallará sin temor.
No importa cuán estrecho sea el camino,
ni cuán cargada de castigos la sentencia,
Soy el amo de mi destino,
soy el capitán de mi alma.

Que la gesta de Mandela aumente en nosotros el deseo de luchar pacíficamente por nuestra libertad.

Paul Walker, de 40 años, será mejor recordado por el público por su amor a la velocidad. Chico de pelo rubio, áspero, con un éxito en taq...

Paul Walker, de 40 años, será mejor recordado por el público por su amor a la velocidad.
Chico de pelo rubio, áspero, con un éxito en taquillas con la famosa franquicia de películas "Fast & Furious" . 
Pero menos conocido es que Walker, quien murió en un trágico accidente automovilístico el sábado, era un cristiano comprometido.