La luna había decidido esconderse esa noche, la ausencia de su luz materna explicaba el conflicto de mi alma. Caía una suave brisa y mi c...

La luna había decidido esconderse esa noche, la ausencia de su luz materna explicaba el conflicto de mi alma. Caía una suave brisa y mi cuerpo temblaba de frío, pero aún así seguía caminando, las calles de la ciudad a la cual apodaban León Santiago de los Caballeros se encontraban vacías, vacías como mi corazón... la oscuridad cubría con su angustia exuberante todo cuanto existiese, todo cuanto pudiese llorar, y yo no estaba exento, lloraba...